Capítulo 8

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[Foto en multimedia: Mallory Tomoko]

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  Todos los soldados que elegimos la Legión de Reconocimiento tenemos que desplazarnos hasta el interior de la Muralla Sina, y me enorgullece de una manera inexplicable que por fin sea uno de ellos.

  Para mí estar dentro de esa Muralla me parece un sueño: los caminos de gravilla son de colores, las casas que se alzan son de ladrillo, piedra y madera de roble, ostentosas y enormes. La gente está vestida con trajes y vestidos que jamás había podido imaginar, aunque lo que más me gustaba era la cantidad de negocios que hay. Ropa, alimentos, telas, especias... aquí podías encontrar cualquier cosa, aunque el hecho de valer una parte de mi sueldo me decepcionada bastante.

  Cuando llegamos, me di cuenta de que la Sede es más grande de lo que imaginaba: cuenta con tres edificios de madera y un gran establo, además de las múltiples cabañas que supongo, son habitaciones. Miro el patio y sonrío.

<<Aquí voy a entrenar todos los días por el resto de mi vida.>>

— No puedo creer que ya estemos aquí —dice Tris, sonriendo—. Realmente... realmente lo conseguimos.

Tuve que levantar el brazo para golpearle el hombro. Sinceramente no recuerdo el momento en el que cambió tanto: sus facciones son más angulosas y definidas. Supongo que tres años en la Sede eran capaces de cambiar hasta el más débil y ella no era la excepción, por más que siga manteniendo esos ojos tan inocentes y su cabello ahora se mantenga atado en una trenza, seguía siendo ella, pero más hermosa. A veces, mirarla mucho me hace sentir como si mi cuerpo fuese el de una niña pequeña.

— Voy a extrañar a ese calvo malhumorado —comenta Marco, con una gran sonrisa.

— Yo no —respondo—. Se la pasaba gritando todas las mañanas. Y ya sabes como odio que me despierten.

Tris juega con sus manos, como dudando si decir lo que se le pasa por la mente. Al final, nos mira y dice:

— A mí me daba mucho miedo.

Marco comienza a hacerle cosquillas y yo busco entre los soldados, un poco para darles espacio y otro poco porque me siento incómoda. Mis ojos se topan con Grisha, que está saliendo de uno de los edificios pegando un portazo.

De a poco comienzan a llegar los soldados y todo el patio se queda en silencio en cuanto los superiores salen de lo que ahora sé que es el Edificio Principal. Esta vez hago el saludo militar con un orgullo distinto, uno que me hace sentir completa.

Es Erwin el que está en el medio, y distinto como Hanji se balancea de un lado a otro como si le aburriesen este tipo de eventos.

<<Y a pesar de que han pasado tres años, sigue siendo Hanji.>>

Al lado de ella se encuentra un hombre de edad avanzada y me sorprendo. Por último, hay un hombre que desentona por su altura comparado con el resto, y que a pesar de estar a varios metros de distancia, distingo la manera en que sus ojos parecen querer asesinar a cualquiera que abre la boca.

— ¡Soy Erwin Smith, comandante de la Legión de Reconocimiento y uno de sus superiores! —grita, con las manos detrás de la espalda y una mirada cálida que me hace sonreír. — Si hoy están aquí es porque han elegido la Legión de Reconocimiento. Todos sabemos lo que pasó hace unos años: cómo reinó el caos y lo terrorífico que pueden llegar a ser los titanes. ¡Sin embargo, todos nosotros estamos aquí para evitar que lo que pasó hace unos años, no vuelva a suceder! ¡Todos estamos aquí para luchar contra ellos y hacer que de una vez por todas, la humanidad triunfe!

Las alas de la libertad [1] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora