Capítulo 34

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Cuando vuelvo a abrir los ojos, las imágenes se esfuman como si jamás hubiesen estado allí. Siento que las entrañas se me revuelven y las náuseas se hacen cada vez más insoportables. Siento la bilis subir por mi garganta y vomito en el suelo.

  No puedo quitarme... eso de la cabeza. Siento la furia de mi madre en carne propia, como si su esencia se impregnase como un sudor helado. El rostro de mi hermano aparece, con valentía. Pero cuando sus ojos se encuentran con los míos, se llenan de terror. Me teme. Aunque seamos familia.

  Escucho sus gritos en mis oídos, en mi cabeza. Y es peor cuando sé que es por mi culpa.

<<Detente... ¡Detente!>>, suplico. Quiero taparme los oídos, pero las cadenas me inmovilizan.

  He matado a un niño inocente... A mi propio hermano. A mi familia. Dios... ¿Qué he hecho? Soy... un monstruo. ¿Qué otra cosa puedo ser cuando le he destrozado la cabeza a un niño y lo he devorado como si nada...? Joder, a mi propia sangre...

  El Culto del Muro tiene razón.

—¿Y bien? —pregunta Rod Reiss. —¿Has recordado el pecado que cometieron tus padres?

  No puedo responder. Tengo la mirada clavada al suelo y ninguna parte de mi cuerpo reacciona.

—Yo tenía cinco hijos... —murmura Reiss. De reojo, puedo ver cómo su silueta abraza a Christa. —Pero mi mujer y todos ellos... Incluida Frieda, fueron asesinados por tus padres. A pesar de que nosotros los acogimos y los tratamos como si fuesen de la familia, nos traicionaron. Ultear era una mujer ambiciosa. Oh, Dios... Si hubiese sabido desde el principio que ella quería el poder del Titán Fundador...

  Apenas puedo escuchar lo que está diciendo. Siento el cuerpo pegajoso y sucio, como si la sangre de mi hermano y mi madre me salpicara.

  ¿Todo este tiempo... he sido un titán? ¿Por qué? ¿Por qué no podría haber sido la hija de una pareja que simplemente no quiso tenerla? ¿Por qué ellos tenían que ser diferentes y obligarla... a ser eso?

<<Maté a mi propio hermano. Maté a mi propia madre.>>

  Soy un monstruo. Me lo repito una, y otra vez, aunque sé que eso ya lo sé.

  Ellos me hicieron ser un monstruo. Aquellos bastardos que se hospedaron en los Reiss y le dieron a sus hijos como ganado para que experimenten con ellos...

<<Ni siquiera les importó que fuese un bebé. ¡No les importó mi sufrimiento, ni el de mi hermano!>>

  Es un recuerdo, pero siento todo el dolor como si fuese la protagonista. El dolor de las agujas, insoportable y punzante, el calor abrazador, la furia... Dios, estoy tan, tan enojada...

Es la segunda vez que jugaron conmigo. La segunda vez que experimentaron conmigo como si fuese un perro. En ninguna de las dos ocasiones había tenido opción, pero lo que más me duele... es que las personas que se suponía que debían cuidarme, me traicionaran.

  Sacrificaron a sus propios hijos, a su propia sangre, sólo para obtener un beneficio. Me usaron. Sé que son los culpables de que haya matado a mi hermano... Si tan sólo no me hubiesen vendido, no me hubiesen inyectado esa mierda... ¡jamás me hubiese convertido! ¡No sería un monstruo!

  Rod Reiss camina unos pasos hacia un maletín y luego, vuelve junto a su hija. Me analiza con la mirada y luego coloca su mano en el hombro de ella.

—¿Ahora lo entiendes, Historia? —pregunta con seriedad. —Ultear y Farlan traicionaron a nuestra familia y se adueñaron del poder que los Reiss heredamos año tras año. Ella devoró a tu hermana... ¡Oh, Dios...! Mi pobre Frieda... Tan bondadosa... Ella seguía visitándote, ¿recuerdas lo que te mostré? Si la hubieses conocido antes, te darías cuenta de lo noble que era, y lo valiente y poderosa que podría haber sido si mantenía el Titán Fundador.

Las alas de la libertad [1] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora