07| CONTRATO

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JHOANNA SUMMER

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JHOANNA SUMMER

Seducción.

¿Negociarías tu alma con el mismo diablo para poder conseguir algo?

¿Por qué temerle al diablo si te ofrece algo que tú mismo anhelas?

El único miedo que debería existir en este mundo es el de no conseguir lo que se desea, y sucumbir ante la tentación de solo verlo desde lejos, mientras otros lo obtienen por ti.

La avaricia a veces beneficia al más inteligente, y apto.

Hace tanto me deje seducir por el dinero, por el dolor, por la sed de mi cuerpo, y el contrato que firme en ese momento, que pedía en letras muy pequeñas venderle mi alma al mismo demonio, y le daba total permiso de arrastrarme con él, al lado oscuro de esto; llamado masoquismo.

Lo mismo hago yo ahora.

Me convertí en la diabla que pacta, y la demoniza que atormenta.

Soy una nueva versión de ese hombre, una que solo se deja dominar por su misma sed, que seduce, engaña, y crea tretas tan bien elaboradas, en las cuales yo siempre salgo beneficiada.

Siempre jugaste en mi tablero de ajedrez Cristhiam, y aunque eres el rey, todos saben que la mejor en pieza es la reina.

No por nada le pregunté a Carla que iba a hacer esta noche, hasta mi pobre y gentil amiga fue manipulada.

Todo este tiempo tuve mi haz bajo la manga, y tal como un niño vendado de ojos y dejándose llevar por lo que veía, logre engañarlo, logre meterlo entre mis redes.

Se los dije, ningún hombre jamás podrá decirme que no, y tarde que temprano:

Cae en mi red.

Camino en dirección a mi oficina, y al entrar veo como el lugar está aún más ordenado, ya que, aunque el viernes intentamos arreglarlo, no hay como las señoras del aseo que saben hacer su trabajo de maravilla.

Tomo asiento y pongo mi computadora personal sobre el escritorio, porque en mi ataque de enojo; le tire el mío a Carla, lo cual fue algo un poco exagerado, pero, a fin de cuentas, todo tenía el mismo objetivo.

Por cierto, esta última parece haber desaparecido luego del apagón, y yo después de esa fuerte manoseada que le di a Cristhiam, decidí volver a casa, ya que solo asistí a ese lugar con un único objetivo, y luego de lograr mi cometido, no quedaba más que hacer.

Cuando observo entre mis cosas puedo notar una carpeta negra con pequeños detalles rojos. La tomo sacándola del lugar, y la ojeo ligeramente para observar que todo esté correcto.

Contrato de Sumisión.

Sonrío satisfecha al leer cada una de las partes del contrato, y solo espero a que mi víctima llegue, para proponerle aquello que cambiará su vida.

N I N F Ó M A N A✓ [ LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora