09| TÉRMINOS

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CRISTHIAM DAIV

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CRISTHIAM DAIV

Cláusulas.

Leí detenidamente cada una de las cosas consignadas en ese papel, con total detenimiento.

Hubiese pensado que era una broma por parte de la señorita Summer, pero ciertamente ella no es una mujer que bromee, y si ponemos en retrospectiva podría catalogarse como alguien más que caprichosa, obsesiva.

¿Se habrá obsesionado conmigo?

No sé si es lo que hago, o como actuó, lo que la ha hecho rondarme, y ciertamente es algo que me tiene cautivado, porque jamás había visto en alguien la audacia e insistencia que tiene ella, nada jamás me había provocado tanto con hacer tan poco.

Ella me enloquece, me hace perder la cordura, porque, aunque siempre intento acorralarla en su propio juego, ella parece ser siempre más hábil y salirse con la suya.

Me juro que ningún hombre había negado o rechazado cualquier propuesta suya. Quise ponerle en claro que existía unos, y aunque jugué muy bien mis cartas, terminé siendo dominado por su mano dentro de pantalón, e implorando por más.

Cuando me retire de su empresa supuse que el juego había terminado, y fue solo cuestión de tiempo para que ella me encontrara, y aunque puse un alto firme, intentando persuadirla, algo dentro de mí quería ver hasta donde era capaz de llegar.

Pensé en mil posibilidades, y ninguna de ellas se acercó a lo descabellado que hizo, y ahí entendí que era imposible librarme de ella, porque ella posee un carácter tan sólido y fuerte, que solo queda dejarme llevar por su mirada profunda, y esos labios cautivadores.

Ahora bien, hay algo en este acuerdo que me pone inquieto, y es el hecho de los sentimientos.

Cláusula diez.

El sumiso por ningún motivo debe relacionarse de forma sentimental o afectuosa con su Madame, es decir, enamorarse de ella.

En todos mis años de vida sexual activa, jamás he podido relacionarme con una chica sin antes conocerla, sin siquiera saber su nombre, o haber al menos creado un vínculo de confianza lo suficientemente sólido, como para poder concebir, llevarla a la cama sin ser incómodo.

Y hay un hecho que se relaciona en todo esto, y es que me siento cautivado por ella, pero amo a Elisa aún, y sería venderle no solo mi cuerpo, sino también mi corazón, y eso es algo que no tengo la certeza de entregarle.

Necesito tiempo para sanarme a mí mismo, porque, aunque he estado jugando con ella al gato y al ratón, yo no lo tomo más allá de un juego morboso, pero si no me doy el tiempo suficiente para sanar, puedo verme involucrado sentimentalmente, y cometer un grave error, cediéndole no solo mi cuerpo, sino mi propio corazón.

No me puedo enamorar de la señorita Summer.

No sé qué tan arraigado tenga ella la idea de responsabilidad afectiva, teniendo en cuenta que parece que odia a los hombres, pero por alguna razón los usa y los busca. Lo realmente cierto en todo esto es que yo sí sé del tema, y como psicólogo me estaría autosaboteando, porque yo más que nadie debería entender que los sentimientos deben darse según comportamientos y actitudes, y en este caso, sería por medio de un contrato.

N I N F Ó M A N A✓ [ LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora