Extra MarKyle.

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Miguel y Hiro se retiraron de la fiesta hace tan solo una hora, después de aquella empalagosa entrega de regalos. De la Cruz asume que sus amigos quisieron subir a consumar su amor y agradecer el regalo. No es algo de su incumbencia, pero, gracias a ello, tuvo que buscar entretenimiento; lo que hizo fue proponer "shot's" de tequila, ron y vodka a los invitados que seguían presentes, le sorprendió que la mayoría aceptaran, pero al parecer, la razón fue que lo pensaron como una costumbre típica mexicana, no le molesto mentir diciendo que, efectivamente, así era. Ya puede escuchar el regaño de su tía Luisa a pesar de que ni siquiera se encuentra presente. Comenzó con Cass, la tía de Hiro, lo que, sin duda, fue una excelente idea, a la mujer le gustó bastante el sabor del tequila (alcohol que jamás había probado), y decidió quedarse con una de las botellas; las siguientes horas de su borrachera, fueron bastante divertidas. Luego, siguió con los amigos del genio, aguantaron poco, pero, de igual forma, verlos irse a seguir la celebración con sus familias en un estado más alegre, le causo gracia.

Intento hacer lo mismo con Kyle, al parecer, el más cercano a la familia Hamada, pero este se negó rotundamente, incluso de forma despectiva y grosera. Como solía ser la burlona y cínica personalidad de Marco, lo más probable es que se hubiese reído o incluso ofendido, pues también tenía ya unas copas encima, pero no fue así. De la Cruz levanto las cejas y miro con sorpresa a quien le rechazo con tanta frialdad; hasta esa chica, Gogo, se dejó llevar por la celebración, entonces, ¿cuál era su problema? Lo dejo pasar, no porque no tuviera que pelear, sino porque, realmente le había atraído ese hombre. Ya encontraría otro modo de acercarse, hasta entonces, dejaría pasar el tiempo; no parecía tener mucha prisa de irse.

Marco conversa con Fred, es un chico un poco raro, pero le agrada, es igual de enérgico que él, lo que le da un punto a favor para que la plática no se vuelva aburrida y aunque el rubio haga uso de palabras que él no entiende, le hace reír. Quizá tengan algo de culpa las copas cargadísima de ron que le sirvió, diciendo que era noche de fiesta; aunque bueno, no le preocupaba, había escuchado decir a Cass, cuando aún estaba sobria, por supuesto, que se quedaría en la habitación de huéspedes porque no tenía con quien pasar la navidad en su casa, lo que empatizo al mariachi.

Ahora, solo se encuentran ellos presentes en aquella cálida cafetería, además de la tutora de Hiro que ríe descontrolada junto con Honey, ambas bastante ebrias, y, por supuesto, Kyle. Marco le mira de reojo un par de veces al mismo tiempo que bebe de su cerveza, para ser un poco más discreto; ¿es porque está un poco mareado, o ese pseudo-punk se veía increíblemente atractivo incluso solo revisando su celular? En una de esas ocasiones, sus miradas se cruzan, el moreno regresa la vista a su conversación rápidamente, vaya a pensar que lo está acosando...

Kyle se levanta de su asiento, y se dirige a la cocina rápidamente, el único lugar que mantiene bloqueada la música que suena afuera. De la cruz lo sigue con la mirada.

"¿Debería ir? ¿Pero si me rechaza? ¡No, que! ¿Quién podría rechazarme a mí? Soy bien guapo; incluso más que Miguelito... Ay, Marco, ya cállate, estas mareado." – Ríe risueño ante sus pensamientos, negando con la cabeza, levantándose de su asiento, el piso se mueve, pero solo un poco, tiene una buena resistencia al alcohol, solo está un poco "alegre". —"Bueno, voy un rato y ya, total, ¿qué me puede decir?" – Mira a Fred, dispuesto a avisar que se retira un momento, pero el rubio ya se encuentra durmiendo, recargando su cabeza en la mesa, esto está siendo realmente cómico.

Llega a la cocina, y abre la puerta despacio, intentando no hacer ningún tipo de ruido, y lo ve ahí, de espaldas, sosteniendo el teléfono contra su oído.

—Sí, pasare la noche aquí, descuida. – Marco se acerca un poco más, intentando escuchar mejor la conversación. —Sí, mamá; pasaré año nuevo en casa, pero prometí cenar hoy con los Hamada. Está bien, adiós. – La llamada termina y de inmediato, Kyle da la vuelta para regresar a la "celebración", dando un pequeño brinco al encontrarse con el amigo de Miguel frente a él. Le dio un buen susto.

—Hola. – Saluda el moreno, alejándose un poco, hasta quedar pegado a la puerta, dispuesto a impedir la salida del más alto.

— ¿Qué haces aquí? – Pregunta tajante el otro. Una pequeña sonrisa se asoma en los labios del mariachi.

—Uy, ¿siempre eres así de serio con todos? ¿O solo soy yo? – Kyle rueda los ojos, fastidiado por la burlona actitud contraria.

—En realidad, así es mi comportamiento con todos... ¿por qué estoy diciéndote esto a ti? Ah, déjame pasar, volvamos a la fiesta, ¿quieres? – El de negro intenta pasar, pero Marco le detiene, colocando una mano en su hombro, Kyle se detiene, tenso, frunciendo un poco más el ceño, molesto.

—Oye, tranquilo. No voy a hacerte nada, no tengo malas intenciones, si es lo que crees.

—No, pero no dudo que si algo estúpidas. Estas ebrio, y no te conozco. – Marco vuelve a reír.

—No estoy ebrio, y ¡claro que no me conoces! Yo tampoco a ti, pero, por eso es interesante, ¿no crees? – Kyle le mira confundido, levanta una ceja, sus ojos se cruzan, De la Cruz le sonríe coqueto.

— ¿Por qué lo sería?

— ¿No será entretenido conocer a alguien como yo? Ya sabes, no tan frío como tú, no tan nerd como Hiro, ¿no te gusta la idea de tener un nuevo amigo? Fuera de tu rango o estándares. – Kyle desvía la mirada. Pudo haberle quitado del camino simplemente, pero, algo había en la sonrisa galante del moreno que se lo impedía, a pesar de no encontrarse muy contento con la situación.

—La verdad no. – Contesta, para, de ese modo, quitarse de encima al odioso mariachi, no comprende cómo puede caerle bien a Hiro; es demasiado abierto, demasiado confianzudo, burlón, cínico...

Marco no puede parar de reír, las evasivas del chico le provocaban gracia y también, despertaban más su interés. Entre más recibía rechazo y ese tipo de actitud, más atractivo le parecía, ¿será que él era de "bad boys" y se negaba a admitirlo? Que gustos tan raros está descubriéndose.

—Disculpa, pero quiero volver afuera. – Reacciona, después de escuchar al más alto hastiado, intentando retirarse.

Levanta la mirada, intentando buscar más tema de conversación para impedir su salida. Algo llama su atención, termina por alzar por completo su cabeza, encontrándose con la excusa perfecta para dar el primer gran paso. Su sonrisa se ensancha.

Regresa a las oscuras pupilas de quien está delante suyo, permite que la mano que se encuentra en el hombro ajeno se relaje y caiga por completo, dándole más libertad para moverse. Ni siquiera se detiene a pensarlo o dudarlo, cuando, usa su mano libre para sostener el mentón de Kyle, ayudado por su dedo guía. Ese es Marco De la cruz, alguien espontaneo, que no duda, actúa. El gesto coqueto se vuelve uno triunfante cuando, un sonrojo aparece en las mejillas de Kyle, algo que no puede esconder o negar. Relame sus labios con travesura y diversión.

— ¿Qué es lo que te pasa? – Pregunta el otro, un poco menos brusco, más nervioso, en volumen más bajo, su actitud sin duda ha cambiado.

— ¿No lo ves? Estamos bajo el muérdago. – Mira hacia arriba escuchando aquello, encontrándose, efectivamente, con un muérdago artificial colgando en la entrada aún cerrada de la cocina.

—Ni siquiera te conozco. – Dice nuevamente, pero no hace nada por detener el coqueteo, ni siquiera lo aleja, eso, Marco lo toma como una aceptación, o invitación involuntaria. —No digas más tonterías, por...

El moreno no le deja seguir, tan solo al verlo distraído, aprovecha su oportunidad y besa la mejilla ajena, cerca de los labios. Deja paralizado al azabache, quien pierde voz para hacer cualquier queja o reclamo. De la cruz se separa, mirándole peripuesto y entretenido.

—Me gustas, chico punk. – Dice en voz baja, saliendo segundos después por la puerta de la cocina, sintiendo con creces el logro de su misión. Aquella declaración no duda en que fue un maldito éxito.

Del otro lado, Kyle toca su mejilla, boquiabierto, aún con su cerebro intentando analizar lo ocurrido, es que... sucedió tan rápido; se esperaba de todo, menos algo como eso.

— ¿Qué yo le que...? – Se pregunta a sí mismo, ¿habrá escuchado bien? No quiere salir ahora. La vergüenza y la confusión llenan por completo su cuerpo. Voltea al techo una vez más, observando el causante de todo. —Estúpido muérdago. – Murmura, aunque, muy en el fondo, se sintió realmente halagado; Marco De la cruz, era un idiota, atrevido y estúpidamente coqueto mariachi. 

Aunque me cueste la vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora