El guerrero y la luna.

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Camaxtli 1 recorre con sus cálidos dedos la fina y suave piel descubierta de la espalda de su musa, quien, a su vez, enreda sus brazos en el cuello de su contrario, suspirando suavemente, inhalando el aroma a tierra que el guerrero emana. Ambos se separan, sus miradas chocan, los brillantes ojos blancos le miran con devoción, con amor; amor que la otra deidad corresponde, así, intenso, inigualable.

Metztli 2. –Susurra el moreno y besa el hombro perlino de su acompañante. En ese momento eran solo ellos, no existía nada más, no había fuerzas superiores que les separaran, que les impidieran estar juntos, no hay nada que opaque su intenso y ferviente cariño.

El joven astro separa las manos del cuello contrario, y coloca la derecha en la mejilla del semidiós, al mismo tiempo que se acerca y roza sus labios en un pequeñito contacto que, aunque inocente, le provoca magnificas sensaciones acompañadas de los latidos de su corazón.

El héroe mira fijamente a la poderosa divinidad, quien no deja de sonreírle con dulzor, toma su mano con delicadeza, temiendo que quizá, pueda dañarle.

Has hecho un buen trabajo encontrándome otra vez. – Susurra su albino acompañante, sin quitarle la vista de encima, Camaxtli sonríe, asintiendo despacio y besando los nudillos de la mano que hace poco acogió entre la suya.

He tenido que esforzarme un poco. –Susurra, a la par que con su mano libre toma la cintura ajena y acerca más al joven de la luna. Metztli suspira con tristeza y melancolía al escuchar aquellas palabras, recargándose en el hombro del moreno, esforzándose por no llorar, Camaxtli siente su aflicción, acariciando sus cabellos con afecto para calmar su pena. — ¿Qué pasa?– Pregunta dulcemente, aunque sabe de sobra la respuesta.

Temo...– Comienza, bajando un poco el tono de voz, como si le atemorizara lo siguiente que emane de su garganta. —Temo que un día no puedas o desees buscarme más, que te agobie la espera. Deseo estar contigo para la eternidad, sin embargo...– Camaxtli le calla plantando un beso más intenso que el anterior en aquellos fríos labios, es correspondido una vez más, sin poder evitar que esta vez las lágrimas caigan de los ojos de la deslumbrante deidad que aparece cada noche en el cielo.

Sin embargo es imposible. – Le susurra el guerrero, impidiendo que su luna siga agobiándose con las circunstancias. —Pero, yo nunca me cansaré de recorrer cualquier distancia para encontrarte, mientras sigas esperándome, jamás dejaré de buscarte, Metztli. – Las lágrimas no se detienen, y el precioso astro se aferra con todas sus fuerzas al semidiós, quien acaricia su espalda lentamente. —Y siempre habrá un lugar para poder amarte, sin que nadie nos lo impida.

¡Es así, siempre voy a esperarte! Sé que siempre vas a buscarme y... podremos huir lejos aunque solo sea una noche. – Metztli  intenta limpiar sus mejillas cubiertas de lágrimas en vano, Camaxtli no le suelta, de igual manera, no tiene interés en alejarse. — No importa cuánto demores, cuán lejos estemos, mi alma estará esperándote siempre.

Unos segundos de silencio inundan el solitario lugar habitado únicamente por ambos seres, Camaxtli se aleja del agarre, y acuna entre sus manos las pálidas y húmedas mejillas del astro, secando con sus pulgares las lágrimas ajenas.

Metztli levanta la mirada para observar al semidiós; su pena incrementa al encontrarse con la más triste y sincera sonrisa que su gran amor le regala, intentando asi, reemplazar la amargura que sienten en sus corazones, pues ambos saben que en cuanto amanezca, aquel amoroso y deseado encuentro se convertirá en una preciosa ilusión más, porque el astro será llevado junto con la aurora y deberá ocultarse para darle la bienvenida al sol en el horizonte y aparecer de nuevo poderoso y brillante a la noche siguiente; el semidiós del fuego tendrá que resignarse a mirarle de lejos, deseando que el día en que pueda alcanzarle nuevamente llegue. Era tan difícil tener un encuentro...

Aunque me cueste la vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora