CIEGA OBSESIÓN / NO ME DEJES...

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Sorry la demora en subir este capi. Tiempo es lo que menos tengo para esto que me fascina hacer. 

Espero les esté gustando esta historia. 

Aclaro que algunas palabras que están en cursiva son el lenguaje que se utiliza en los barrios bajos en mi país.

Ya, sin más les dejo el capi. Espero subir pronto el siguiente.

Abrazooooo!!

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Gabriel salió de aquella casa con un nudo en la garganta y un gran dolor golpeandole el alma. En su cabeza aun giraban las imágenes de su amada esposa siendo acariciada y besada por Julián quien, desde ese día, se convertiría en su peor enemigo.

Lo odiaba. El nunca creyó que en su pecho podría engendrar aquel sentimiento. Pero ya no lo podía evitar, tampoco quería hacerlo. Lo odiaba con toda su alma.

También intentó odiarla a ella. Pero había algo que se lo impedía. Una y otra vez quiso gritarlo pero sus palabras se atragantaban en la nuez y solo gritaba. 

La noche se volvía cada vez más negra y fría. La lluvia helada resbalaba por sus negros cabellos, deteniéndose a ratos en sus tupidas pestañas, acabando luego en unas gotas saladas resbalando por su boca hasta llegar a su garganta en donde ardía, ardía como el infierno.

Llevaba caminando mucho tiempo. Ya no sabía hacia donde iba. De pronto decidió detenerse y mirar a su alrededor. Sin querer su alma lo había llevado hasta su antiguo hogar, donde seguramente su madre, al verlo, no le haría ninguna pregunta

- sólo necesito de su abrazo - pensó, pero luego desistió de aquella idea.

-Ella me lo dijo... me lo hizo saber y yo no la quise escuchar. No... Ella no puede saber que… tenía razón.

Con el pecho ajustado en un puño volvió a ponerse en marcha, llevando sus pasos de vuelta hacia la calle principal donde un grupo de gente se agrupaba en un bar antes de que este cerrara.

-¡Gabriel! - gritó Sharon, pero él no la escuchó. Sentía que una bomba había explotado dentro de su cabeza y aún estaba aturdido por el fuerte ruido que ese estallido había causado dentro de él.

-¡Gabriel! - volvió a gritar Sharon. Esta vez alcanzándolo a tomar de un brazo para detener su apresurado caminar.

-Gabriel ¿Qué te pasa? - preguntó ella tomándolo de un brazo con algo de fuerza.

-Hola Sharon. Nada, nada. Estoy bien - le sonrió

-No guachito, tu nostay na bien... Ven... vamos pa mi casa

-No Sharon. Déjame necesito estar solo.

-Vo lo que necesitai eh un trago. Vamo... yo invito.

Gabriel la miró con ternura. A pesar de lo tosco de su manera de hablar y de ser, Sharon era una mujer hermosa y lo amaba.

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