CIEGA OBSESIÓN / LA SECTA

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Gabriel tenía cerrado los ojos. Sentía en su cuerpo las caricias y los besos de Sharon pero él solo deseaba que fueran las de su mujer. 

En su embriaguez se daba cuenta que no era a ella a quien tenía sobre sus piernas intentando bajar la cremallera de su pantalón y balanceando sinuosamente sus pechos sobre su cara.

-Sharon... no.... Sharon...basta..

-Pero papi... vamos... vamos - le susurraba ella al oído

-¡No Sharon!... No

Gabriel la tomó con fuerza por las muñecas alejándola violentamente de él.

-Perdona... debo irme

-Gabriel... esa mina no te ama... Yo si...y estoy aquí... para ti huachito

El la miró con tristeza. El alcohol nublaba su vista y sus pensamientos.

-Pero yo la amo a ella... No puedo Sharon... Me voy.

-¡Está bien!  ¡Largo!  ¡Ya vete!... Maldito seas Gabriel... ¡Maldito seas!

Sharon  cerró de golpe la puerta en su cara y volvió a su cuarto con el corazón hecho trizas.

Gabriel intentaba soportar como podía el frío y la lluvia. Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y decidió ir a buscar a su único amigo.

En el camino no dejaba de pasar una y otra vez las imágenes de la traición de Isidora. Luego sus palabras

-Te amo - le había dicho. 

Aquellas palabras se clavaron a fuego en su pecho.

-Si tan solo fuera cierto - pensaba 

Al llegar hasta el portal de Bernardo éste aun se encontraba en pie leyendo.

-Pero muchacho ¡te vas a agarrar una pulmonía!.. Ven entra

-¿Puedo quedarme aquí esta noche? - preguntó Gabriel con la voz entrecortada

-¡Claro hijo! Ven siéntate y si quieres... me dices qué pasó

Los dos hombres se sentaron frente a frente a beber una taza de café caliente y a conversar. Mientras, en su apartamento, Isidora no podía parar de llorar.

Las palabras de Gabriel le habían atravesado el alma. Sus ojos, antes llenos de amor y ternura, ahora estaban inundados de dolor y de odio.

-No puedo con esto. Lo amo... no puedo perderle ahora. ¡Por Dios....estaba tan ciega!.... ¡Gabriel por favor vuelve!

La madrugada comenzaba a dejarse caer sobre la ciudad lentamente. 

Gabriel ya lo había decidido y se lo había dicho ya a Bernardo.

-¿Recuerdas ese negocio que te dije que sería mejor no hacer? - le preguntó de repente

-Si, por supuesto. ¡Es un proyecto millonario! Pero te encontré razón cuando me dijiste que era un poco inhumano y que era mejor no hacerlo.

-Pues he cambiado de opinión. Me voy a cerrar el trato... y me quedaré allá a trabajar en ello por algún tiempo

-Pero Gabriel ¿Estás seguro?

-Si amigo. La distancia ayudará a sanar esta herida y aprovecharé de hacernos millonarios

Gabriel reía con melancolía

-No necesito más dinero Gabriel - le respondió Bernardo con tono paternal

-Pues yo si y mucho... A ver si a esa gente al fin le complace que yo sea el esposo de su hija y terminan por aceptarme y tal vez ella me llegue a amar...

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