Capítulo 4

979 113 69
                                    

Un delicado olor a rosas, jazmines, lirios, girasoles... Bien, toda clase de flores...

¿No sería más feliz en ese lugar que en ningún otro?, ¿No estaría más segura en ese lugar qué en ningún otro?, ¿No cicatrizarian mejor sus heridas internas en ese lugar que en ningún otro? La respuesta a todo era sí, ella si sería mucho más feliz allí que en ningún otro lado. Al menos eso pensaba en ese momento.

-y... ¿Cómo te sientes?, ¿Mejor ahora? —Preguntó ansioso Norman, buscaba algo de la atención de la chica quien sólo observaba con inocencia las flores.

Estaban en un gran jardín que según sabía ella (porqué él le dijo anteriormente) era regalo de bodas de él para ella, ¿Cómo pudo ser tan tonta y haberse casado con otro cuando con su prometido original le esperaba tal dicha?.

Ambos vestían buena ropa; Norman no dejaría que su amada usara andrajos, no, claro que no, él la mantendría como a una muñeca, una hermosa muñeca de porcelana, vestida, arreglada, perfumada y adornando siempre la mesa ó talvez no.

-Me siento bien, gracias por preguntar pero ¿dónde está Chau? — preguntó Emma mientras volteaba su cabeza hacia todos los ángulos de entrada al lugar posible.

Si dudas se refería a su perro. Aquél juguetón lobo se había perdido por la ciudad cuando el hombre la había secuestrado.

Riggggg

-Disculpa debo contestar —dijo Norman al escuchar su móvil sonar.

-Descuida, tú contesta — respondió Emma.

Norman se alejó un par de pasos y volteó su cabeza a otra parte.
Emma en cambio, observó algo curiosa, había un extraño conejo brincoteando entre las flores del jardín. Ella intentó atraparlo. Era imposible, corrió tras él; no lo alcanzó, se deslizó por una pendiente, llegó a la rivera del río en busca del susodicho conejo, vió un extraño líquido roji dentro de una alcantarilla abandonada, siguió el rastro, observó que venía de una rata. Rompió su vestido y colocó un trozo de tela sobre el cadáver. Sintió un olor hediondo, camino hasta él, subió unas escaleras, levantó una tapa metálica (esto con mucho esfuerzo), era la parte tracera de un restaurante, observó un grupo de personas caminar: una de cabellos morados, otro de cabellera rojiza y dos singulares azabaches. No les prestó atención a pesar de llevar grandes y complicadas mochilas de campamento.

El olor provenía de la parte trasera de un restaurante chino donde se encontraba el cadáver de cierto perro...

Emma lloró cual niña pequeña, lágrimas cristalinas emanaban de sus ojos, se deslizaban por sus mejillas y caían en su mentón callendo en la tierra infértil y estéril manchada con la sangre del animal. Su amado perro estaba muerto, ¿Quién podría hacer algo así?.

Escucho el susurró de unos niños acercarse al cadáver, eran los culpables y por ello debían pagar su delito. Chau no merecía morir, se decía Emma con tono quebrado. Eran un pequeño niño moreno y una niña de cabellos rubios un poco más grande que el, eran adorables.

-Phil, si está bien la ubicación, este debería ser el lugar —dijo la rubia quién daba pequeños saltos.

-y ahora seguro te encuentras complacida, y como soy buen cobrador, te sugiero que me pagues Connie —. Dijo Phil extendiendo su pequeña mano.

Violeta veía sin ánimos su celular o más bien el de Ray, realmente él tenía mejores noticias que las suyas; asesinatos, robos, engaños todo eso era típico en la vida de Ray, deecho era injusto que su vida fuera tan interesante a la par de la suya, demaciado.

-¡Violeta ¿No piensas ayudarme?! — le gritó Ray molesto mientras trataba de cambiar la llanta del auto.

-No, ya te dije que no — dijo ella aún sin dejar de ver el móvil.

Una Boda Indeseada [Rayema]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora