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[     L      a      z      o      s     ]  









































































Mo juega con el lápiz sobre su escritorio mientras escucha el lejano murmullo de su profesor de historia dando la clase.

Realmente no le interesa.

Está más concentrado en hacer cuentas mentales para ver si su madre y él lograrán librar el mes con el dinero que tienen.

No puede evitar pensar que hizo bien al aceptar a She Li —aunque eso sería como agradecerle al diablo— gracias a ese dinero podría comprarle los supresores necesarios a su madre por los próximos seis meses de su celo.

Celo.

— Por la Luna... —susurra Mo, sintiéndose enfermo de repente.

El celo de la mujer les había tomado por sorpresa a la hora de la cena la noche anterior. Ambos entraron en pánico porque no había ni un solo supresor en casa; Mo olvidó comprarlos.

Afortunadamente, un omega que vive en el departamento de al lado tuvo la amabilidad de darle unos cuantos supresores para pasar al menos tres días. Prometiéndole a Mo que se quedaría con la mujer para cuidarla mientras él se iba al Instituto.

Y él lo agradece.

Siempre le es difícil ver a su madre en cama. Ella grita y se retuerce, lloriqueando el nombre de su padre mientras la marca en su cuello comienza a colorearse de matices morados y rojizos.

Es cruel.

De manera casi inconsiente lleva una mano a la base de su cuello... De ser un omega, él tendría una marca justo ahí; pintando su piel blanca como una mancha.

El ruido de una silla siendo arrastrada contra el suelo lo trae de vuelta a la realidad. Su profesor de historia se a apoyado en la silla frente a él.

El hombre le sonríe y Mo siente una combinación de vergüenza y molestia por haber sido pillado no poniendo atención en clases.

— ¿Alguien puede decirme cuánto es el límite de tiempo para que un alfa marque a su destinado? —pregunta el profesor con una pequeña sonrisa en el rostro, mirando unos segundos a Mo para luego examinar al resto de los cachorros.

Una alfa al fondo levanta la mano para luego decir: — Seis meses.

El profesor hace un gesto de aprobación a la chica y le da una última mirada al pelirrojo.

— Aún si es usted un beta, joven Mo, sigue siendo un lobo. —murmura con una expresión de falsa empatia, dándose la vuelta para escribir algo en la pizarra al frente de la clase.

Mo gruñe un segundo al escuchar los murmullos de sus compañeros pero no vale la pena.

— Lazos. —dice el profesor, quien escribe lo mismo en la pizarra con el gis blanco. — Si un alfa que a encontrado a su destinado no logra marcarle en un período de seis meses; muere. —continúa, volviendo su mirada a la clase. — Y el omega moriría un par de días después. Así es como funciona el lazo entre destinados.

EDITANDO | Orgullo de Alfa | 19 DaysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora