Derek, ya no tienes 15

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Derek se sentía como un adolescente floreciente entre los brazos de Stiles.

El chico tenía un piel suave y tersa, lo cual le parecía curioso a que él estaba entrando en la adultez temprana. Derek recordaba fácilmente que él ya tenía musculatura cuando estaba en los dieciocho, casi diecinueve, junto a una gran altura y la apariencia general de un hombre; Derek, se podría decir, había encontrado el despertar viril temprano. Pero Stiles seguía teniendo los mismos rasgos delicados de siempre; sus labios suaves y rosados seguían teniendo esa suave curva inferior que tanto volvía loco a Derek, y sus ojos expresivos y preciosos le dejaban sin aliento como si fuera la primera vez que los veía. Incluso, sus manos, las cuales ya estaban agarrando una forma larga y grácil, seguían siendo suaves y cálidas.

Pero lo que Derek no veía, era que Stiles si cambió.

Tal vez no tenía la contextura ancha y tonificada de Derek, ni tampoco tenía ese ambiente de hombre imponente que lo acompañaba como una fiel sombra; pero no se podía negar que Stiles ya tenía el cuerpo de un hombre. El chico se estiró, como si quisiera tocar el sol con sus dedos, y se llenó de masa muscular que poco a poco fue tonificándose por aquí y por allá. Para ser sinceros, Stiles tenía la piel suave en las manos, pero el resto de su cuerpo poseía esa textura característica de cualquier hombre.

Stiles no era un niño pequeño.

Pero para todos, lo seguía siendo contra su voluntad.

Derek lo abrazo contra su pecho cuando el chico se movió y respiró aliviado. Los brazos se acomodaron de manera que ambos se quedaron entrelazados, respiraron el aire del otro. Derek beso el cuero cabelludo de su chico mientras sonreía.

Stiles era un monstruo de los abrazos.

Y eran esos momentos en donde el silencio se llenaba con la respiración tranquila de él, que Derek caía en cuenta lo afortunado que era. Y lo muy feliz que lo hacía haber elegido dar el paso con Stiles.

La calidez en su pecho solamente la había sentido cuando Paige lo abrazó aquella vez después de asegurarle que Kate no regresaría.

***

Sin embargo, las cosas no siempre fueron así de fluidas.

Derek se dio cuenta cuando su mamá lo invitó a una cena familiar el viernes por la noche.

Ellos sólo se reunían a cenar a final de mes.

Pero él, tan distraído como sólo él podía ser, aceptó sin ningún tipo de sospecha alterna que debió haber tenido.

***

El día llegó tan rápido como una apuesta de sol en la tarde, y Derek se hallaba arreglando el jersey que su tío Peter le había regalado para Navidad. Era uno grande, con hueco para sacar los pulgares, de un lindo color vino y hecho de lana; algo que a Derek le habría gustado hacía tal vez ocho años atrás, pero que por ser un lindo regalo familiar, lo usaba con frecuencia. Derek era más fanático de las franelillas y las camisas sencillas de algodón para salir en su tiempo libre; pero por insistencia de su madre, tenía que ir con algo presentable.

Aunque no entendía por qué la exigencia.

Todas las cenas que tenían siempre eran informales. Una vez Cora se sentó a comer con una toalla enrrollada en el cabello mientras vestía una vieja pijama de naves espaciales que Derek le había regalado a modo de chiste privado; y nadie le había dicho nada. Ni siquiera papá.

Pero ahora mágicamente tenía que ir vestido con algo presentable y bonito que no estuviera arrugado, sucio o roto.

Casi parecía que irían a comer a un restaurante.

Cosas de Adultos ||Sterek||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora