—Por aquí, sheriff Hale —el guardia de la prisión lo condujo con calma hacia la sala de visitas. Derek asintió. Aunque no lo mostraba, estaba sumamente nervioso de lo que estaba pasando a continuación—. Tiene una hora y media.
—Entiendo. —Respondió al punto.
Derek entró a la sala iluminada de la prisión estatal de Chowchilla y la observó momentáneamente. Habían pocas personas dentro de ésta; podía relacionarlos como visitas familiares de fin de semana que le hacían a aquellos que tenían la desdicha de estar detrás de la rejas, quienes en este caso eran mujeres. Esta sala tenía mesas redondas de metal fijadas al suelo junto a los bancos para sentarse, con una distancia de un metro entre ellas; y como no, estaban junto a las paredes grises. Los guardias que se encargaban de vigilar a las visitas —y a las reclusas— se mantenían a una distancia prudencial de las mesas, dándole un resquicio de privacidad a los demás; y Derek, sabiendo lo que se venía, suspiró sintiendo un pequeño escalofríos subiendo por su espalda.
A pesar de tener ya un buen tiempo siendo un representante de la ley en su lugar de origen, no se acostumbraba a las visitas de orden que tenía que hacer a las prisiones. Al ser primeramente un policía más que trabaja en la comisaría de Beacon Hills, su deber era detener a los delincuentes y a cualquier persona que atentara contra la tranquilidad y el bien colectivo de la comunidad; pero solamente se reducía a ello. La labor de procesar a los criminales y trasladarlos a las prisiones estatales —según fuera la sentencia dictada por el juez—, dependía de otros encargados en el área. Por lo que no era frecuente que hiciera visitas a estos lugares; hasta que comenzó su labor como sheriff.
Y ahora, con unos cuantos años de experiencia encima, por fin podía hacerle frente a un asunto que tenía pendiente.
Entonces, tras una pequeña observación y un viaje rápido a sus recuerdos, Derek caminó hasta la mesa ocupada por una dama rubia que, por su vestimenta, era parte de las reclusas en la prisión. El oficial que lo acompañaba le recordó las reglas que estaban establecidas para las horas de visitas, y el sheriff de Beacon Hills, con un largo tiempo estudiando las leyes y las reglas de este tipo de lugares asintió. Lo que menos quería en ese momento era causar un disturbio que lo dejara en una mala posición.
Una pensamiento que en otro momento sería ridículo, pero que en ese instante, tenía más que todo el sentido de mundo para él.
—Recuerde que solo tiene una hora y media para la visita, sheriff Hale. —comentó el guardia como despedida al dejarlo frente a la reclusa.
—Por supuesto, lo tengo entendido. Gracias.
Entonces se retiró.
— ¿Sheriff Hale? —preguntó la señora. Estaba genuinamente sorprendida pro lo que había escuchado— Espero que no te ofenda lo que te voy a decir... Pero nunca me hubiera imaginado que terminarías siendo sheriff.
— ¿En qué momento te comenzaste a preocupar por ofender a alguien, Kate? —preguntó Derek tras observar la irónica sonrisa de su antigua profesora. El escalofrío que le recorrió fue menor esta vez, lo que aún le dejaba entrever que el miedo seguía pero en menor potencia— La cárcel te cambió más de lo que pensé.
Kate Argent rió.
—Las personas cambian, Derek —respondió—. Aunque tengo que reconocer que no lo hice por iniciativa propia... pero supongo que dos sorpresas en un día son válidas.
— ¿Lo dices por lo del título de sheriff? —Kate asintió—. Me gustaría decir que te debo las gracias por eso, pero sería darte muchos méritos por un esfuerzo propio.
Derek se sorprendió por la inmensa pasivo agresividad que había en el aire. Si Stiles pudiera verlo en ese momento, se burlaría por su actitud resentida —aunque genuinamente sabía que después el chico lo miraría a los ojos y lo abrazaría para decirle que no estaba bien seguir con una herida abierta.
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Cosas de Adultos ||Sterek||
Hayran KurguNo hay nada mejor que salvar personas y castigar a los malvados. No hay nada mejor que cuidar a los niños y resguardar su seguridad. No hay nada mejor que tener una vida sana y tranquila. Y así pensaba Derek Hale, hasta que Stiles cumplió los diecis...