"Who might he be, that one guy I see
standing at your side?"✧゜゚°º。✧。º°゚゜✧゜゚°º。✧。º°゚゜✧゜゚°º。✧
Era temprano, el sol apenas comenzaba a asomarse, y el japonés salía apresurado de su casa. Llegaba tarde al trabajo, aunque no creía que importara mucho. De todas formas, el era el dueño del negocio donde trabajaba.
Cualquiera podría pensar en alguien con mucho dinero cuando se mencionaba a una persona de menos de 30 años dueño de cualquier cosa, más si se trataba de un negocio, del tipo que fuera. Sin embargo, la vida de Yuta no era para nada lujosa, ni tenía dinero de sobra. Vivía en un pueblo pequeño, donde todos se conocen entre sí y donde nunca sucede nada. Un sitio tranquilo y pacifico, además de seguro, donde los mayores escándalos nunca pasaban de asuntos personales entre vecinos, quizás un robo pequeño. Sin embargo, cuando ocurría algo verdaderamente serio, resonaba por meses en las conversaciones de la gente, y se recordaba hasta años después. Para su mala suerte, ese era su caso.
Era dueño de un café muy pequeño y que ya tenía más de 50 años desde que había sido abierto, y el haber heredado el mismo le dejaba un sabor de boca bastante amargo. Los dueños originales habían sido sus abuelos, y luego sus padres. La gente conocía ese lugar por la pareja que lo manejaba, y por el niño que habían tenido juntos. No obstante, pronto paso a las manos del infante, cuando aquel par querido por todos había muerto en un accidente. Un incendio, eso sabía. Nunca le habían contado muchos detalles, pues cuando ocurrió tal tragedia, estaba demasiado lejos del pueblo y sin nadie conocido que le diera el mensaje hasta que volvió un día de visita, encontrándose con dos lápidas en el cementerio
Tampoco es que quisiese saber mucho al respecto. Imaginarse el dolor de sus padres era algo que quería ahorrarse, además de la culpa que en ocasiones le hacía sentir el pensar que, de haber estado allí, podría haberlo evitado. Un evento más que traumático, que aún no conseguía superar del todo, y se hacía peor cuando ese café era el único recuerdo que quedaba de ellos. Quizás esa era uno de los pocos motivos por los que no lo había cerrado aún, quería trabajar en un sitio que le regresara la calidez de esas dos personas, esas almas tan queridas.
No todo era tan malo, se había adaptado y recuperado lo suficientemente bien como para seguir con su vida, hacer de ese pequeño local algo exitoso y que valiese la pena, que diese ganas a las personas de venir allí, para mantener vivo ese cliché del "negocio familiar". Además, había una razón muy especial por la cual tenía un enorme aprecio a lo que hacía: allí había conocido a su novio. SiCheng, un chico que había venido de China y que vivía a un par de calles de su casa. Venía a su trabajo con frecuencia, se quedaba un rato y comía algo, y justo de esa manera se habían conocido y enamorado, aunque las cosas estaban comenzando a cambiar en su relación.
Yuta amaba al chino, lo adoraba, tenía un lugar muy especial dentro de su corazón, pero eso... No era del todo correspondido. A pesar de sus encuentros, a pesar de estar juntos hace tiempo, su amado SiCheng parecía tratarle como un desconocido en publico, parecía estar avergonzado de él. ¿Acaso no era su tipo? ¿Había hecho algo mal? ¿Había algo que no le gustase de él, de todo el cariño que le mostraba, de la forma en como le trataba? Se sentía mal, claro. Sentía que hacía el ridículo persiguiéndole, buscando su cariño, mientras que él prefería estar solo o buscar los brazos de otro, pero era incapaz de dejarle. Por el contrario, quería estar mas cerca, quería ganarse su amor, saber que era lo que tenía que cambiar, quería volver a sentir el cariño que había sentido en el principio, cuando se habían enamorado.
Por alguna razón, esa mañana mientras abría su negocio y se preparaba para un nuevo día de trabajo, su mente se distraía con la imagen de su novio. Había estado en su casa la noche anterior, pues al menos no le rechazaba cuando dormían juntos. Incluso tenía un par de fotos en su teléfono de aquel bello chico, cuyo rostro le parecía esculpido por los mismos ángeles, durmiendo. Nunca se había quejado, la hermosura de ese chico era inigualable ante sus ojos, nunca había visto a nadie tan hermoso como él en todos los años que había vivido, y estaba seguro de que solo él podía admirar al chino de la forma en que lo hacía, pues nadie más le guardaba tanto amor. Esa era la certeza de Yuta, ninguna otra persona en el mundo podría querer tanto al chino como el lo hacía, y por eso mismo, estaba seguro de que le pertenecía, y le parecía absurdo que a pesar de todo ese cariño, SiCheng simplemente le hiciese ver como si no fuera suficiente.
Con esas ideas en su mente, las cuales nunca fallaban en sacarle una sonrisa involuntaria, se dispuso a comenzar el día y a atender a las primeras personas que cruzaron la puerta tan pronto abrió. Eran clientes habituales, nada fuera de lo común. Les dio lo mismo de siempre, con la amabilidad y esa brillante sonrisa por la que siempre le reconocían, mientras que su mente se distraía y divagaba entre imágenes de su pareja y escenarios ficticios donde, por fin, él dejase de hacer que se sintiera tan ridículo, ignorado, solo.
Estaba de buen humor, cocinar le hacia feliz, sus padres le habían enseñado a hacerlo, y le habían heredado unos viejos utensilios. Le hacía quizás tan feliz como el chico que ahora se había apoderado de su mente, aunque pronto pasaría de ser su imaginación a aparecer frente a sus ojos.
Una sonrisa se dibujó en su rostro cuando le vio entrar por la puerta, irradiando una luz que alegró su vida por un momento, iluminando el local entero con su belleza. Yuta se apresuró a saludarle, a servirle como se lo merecía, pero la alegría que había surgido se fue tan rápido como había venido, pues se dio cuenta de que el chico no venía solo. Traía compañía, un chico pelirrojo, mucho más alto y bastante atractivo. Se veían cercanos, pudo notarlo por la forma en la que se miraban y sonreían, mientras que se susurraban cosas que les hacían estallar de risa a ambos. El japonés le miraba incrédulo, queriendo ocultar la rabia momentánea y los celos que sentía, pero en ese instante se sentía muy intrigado., se miraban, sonreían, como si fuesen pareja. Susurraban y se reían, y eso le estaba poniendo más que celoso.
¿Quién era ese chico pelirrojo, al que había elegido antes que a él, su novio?
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愛して ➵ Yuwin
Fanfiction"For you alone, I'd carry any sin". ♡◦♡◦♡ ▪︎ Inspirado en Enbizaka no Shitateya de Mothy.