Parte 6

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Oír eso hizo que Ismael se activara de nuevo. De golpe, se tumbó en la cama y con ayuda de Carolina, terminó de quitarse el pantalón, quedando así por completo desnudo. Luego, ella se subió y se dirigió hacia él. Tembló lleno de emoción al ver como su hermana se recostaba, aproximándose muy peligrosamente hacia su erección bien empalmada.

-¿Siempre deseaste que te la chupara, hermanito? -preguntó ella con incitante voz.

Ismael miraba impertérrito. Vio como Carolina agarraba su duro miembro con una mano y comenzaba a masturbarlo. Eso hizo que su respiración se entrecortase y que entrecerrara los ojos, muy excitado.

-Si -respondió entre pequeños gemidos.

Su hermana sonrió satisfecha por la contestación dada. Le encantaba tener al pobre muchacho en tan frágil borde. Sin dudarlo, comenzó a lamer el duro tronco de su erección. Ismael se puso más tenso al sentir su húmeda lengua recorriendo por toda la envergadura de su sexo.

-¿Te gusta? -dijo Carolina

-No pares -La única respuesta de su hermano evidenciaba que le estaba encantando.

Se empleó a fondo. Lamió cada centímetro de la enhiesta polla, yendo desde su tronco hasta la punta misma, la cual chupeteó con ganas, impregnándose de su fuerte olor y del salado sabor que se derramaba. Ismael miraba encantado la escena, contemplando como su hermana devoraba su miembro con ganas, dejándolo bien lleno de saliva. Descendió y lamió sus dos huevos, haciendo que suspirase.

-Joder, ¡qué bien lo haces! -expresó el chico maravillado.

Ella se rio un poquito. Disfrutaba mucho con la mamada.

-Pues prepárate, que viene lo mejor -anunció con picardía.

Notó sus preciosos ojos verdes clavados en él, mirándolo con una poderosa ansia como nunca antes había visto. Sin previo aviso, la chica se tragó la polla y eso hizo que se partiera en dos. Aguantó con fuerza, poniéndose muy tenso al notar su miembro atrapado en tan húmeda cavidad. Aferró las sabanas con sus dedos, buscando resistir.

Poco a poco, Carolina comenzó a chupársela. Con los ojos entrecerrados, su hermano observaba como movía la cabeza de delante a atrás, deslizando su polla por la boca. Esos finos labios envolvían su sexo muy bien y podía notar como esa mojada lengua paladeaba cada centímetro de la misma. Era algo único, jamás disfrutó de nada parecido. Resultaba increíble. Por eso, no podía aguantar más.

Miró fijamente a los hermosos ojos de su hermana y ella entendió. Arreció con su movimiento de succión, deseosa de provocar la inevitable explosión. Una de sus manos masajeaba sus huevos, apretándolos con suavidad para darle mayor estímulo. Todo eso, fue suficiente para que no pudiera aguantar y se viniera.

-Madre mía, ¡¡¡me corro!!! -clamó el chaval ya en pleno orgasmo.

Carolina se tragó todo el semen que expulsaba. Chorro a chorro impactaba contra su paladar y lo engullía como si tuviera mucha hambre. Mientras, su hermano notó todo su cuerpo agarrotado, al tiempo que sentía su polla contraerse varias veces con cada corrida lanzada. El placer llegaba en súbitos latigazos que, aumentados con los movimientos que la chica le proporcionaba, lo convertían en unas sensaciones increíbles. Para cuando todo acabó, terminó derribado sobre la cama.

Su hermana limpió la polla de restos de semen mientras él se recuperaba. Aspiró varias bocanadas de aire al poco que iban notando sus fuerzas regresar. Había sido el mejor orgasmo de su vida. Ninguna de sus pajas previas se podía equiparar.

-¿Estás bien? -preguntó Carolina.

-Si... -pudo decir Ismael, todavía algo noqueado.

Tras dejar su miembro bien limpio, la hermana mayor se acostó a su lado y le fue dando suaves besitos por la cara hasta que él unió su boca con la de ella. Sus lenguas no tardaron de enroscarse y, de esa forma, pudo degustar el sabor de su propio semen. Le resultaba extraño, pero no lo rechazó, ni mucho menos.

-¿Te ha gustado?

No pudo evitar sonreír como un tonto ante la cuestión. Ismael estaba pletórico. No podía creer que hubiera tenido su primera experiencia sexual y, encima, había sido con su propia hermana. La miró encantado, admirando su hermosura y la calidez que emanaba.

-Mucho, ha sido increíble -comenzó a decir-. No puedo creer que lo hayamos hecho, pero me alegro mucho.

-Yo también -repuso ella.

Quedaron en silencio por un instante. Se notaba cierta incomodidad e Ismael quería hablar con ella de lo que había ocurrido, discutir sobre el hecho de que eran hermanos y habían tenido sexo, aunque no se atrevía.

-Vamos a dormir -dijo de repente Carolina.

Asintió ante esto. Apagó la luz y se recostaron para descansar. Él permanecía bocarriba. Ella, de lado y abrazada a su cuerpo. Estaban así hasta que poco a poco, Carolina se fue durmiendo. Ismael, sin embargo, siguió despierto. Continuaba sin concebir lo que había ocurrido. Sintió la suavidad y el calor de su hermana, además de su respiración. Se hallaba perplejo al notarla, lo cual, parecía remorderle la conciencia, pero al final, no sentía culpa ninguna. Fue lo que siempre deseó y había sucedido.

Muy pronto, el sueño comenzó a vencerle y también se durmió. Había sido un día muy largo y, lo mejor, era descansar.

Una noche de fiestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora