Parte 8

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Esta vez, Carolina permaneció inclinada, buscando con desesperación el rostro de su hermano para besarlo. No tardaron en volver a encontrarse sus bocas y unirse de forma salvaje. Mientras, el chico llevó sus manos hasta las tentadoras nalgas de ella, apretándolas con ganas.

—Eso es, muévete también —dijo la chica muy eufórica.

Hizo caso a su sugerencia.

Meneó sus caderas con fuerza, como buscando clavar su miembro lo más dentro posible. Con sus manos guiaba el culo de su hermana, el cual sacaba la polla hasta la mitad para luego meterla toda de nuevo. Esos constantes vaivenes provocaban un tremendo goce a ambos, arrastrándolos hacia su inevitable conclusión.

Ismael se movía lo mejor que podía y Carolina lo cabalgaba como si la vida le fuera en ello. Estaban atrapados en un incesante torbellino de placer. Sus cuerpos estaban muy calientes y el sudor los empapaba por todas partes. Se miraban ansiosos, incapaces de poder controlar la pasión que los desataban. Se encontraban poseídos y locos el uno por el otro. Ya nada podría frenarlos.

—Carolina, ¡me corro! —anunció con agrietada voz el chaval.

—¡¡¡Yo también Isma!!!

Cerraron sus ojos al mismo tiempo y el mundo dejó de existir para ambos.

Ismael expulsó un montón de semen como jamás había hecho y Carolina lo recibió todo en su interior como si lo esperara. Ella llegó al orgasmo de forma violenta, con todo su cuerpo contrayéndose a la vez que su vagina sufría fuertes espasmos. Abrazó a su maltrecho hermano al tiempo que mordía su cuello. El chico, por su parte, parecía sentir como el sentido y la respiración le abandonaban. Apretaba con fuerza sus dientes al sentir cada latigazo de placer. Cuando todo acabó, terminaron destrozados sobre la cama.

Pasaron un largo rato acoplados, ella encima de él. Poco a poco, fueron recuperando las fuerzas y sus respiraciones se hicieron menos profundas. De nuevo, Ismael acarició el pelo de su hermana. Por lo visto, la calmaba, aunque esto ya lo sabía, pues de pequeños él solía masajearle la cabeza. Evocar ese pequeño recuerdo, le hizo sonreír. En ese mismo instante, notó a Carolina moverse.

—¿Qué ocurre? —preguntó.

Ella no dijo nada, tan solo se limitó a quitarse de encima. Al hacerlo, se sacó su polla, la cual ya había empezado a ponerse pequeña. Al verla fuera, pudo notar que estaba toda llena de restos de su semen y de flujo vaginal. Se notaba brillante y un poco erecta. Luego, miró hacia el coño de su hermana de donde se derramaban más rastros del placer de ambos. Se sintió un poco inquieto con eso.

Carolina terminó recostándose a su lado, emitiendo un pequeño resoplido. Él también se colocó del mismo modo, quedando cara a cara. Estuvieron así un poco hasta que la chica decidió hablar.

—No puedo creer que me haya acostado contigo.

Quiso pensar que lo decía algo arrepentida, pero por lo serena que estaba, no parecía pasar de una mera observación.

—Yo tampoco —añadió él.

La chica le dio un suave beso en la cara. A ese, siguieron muchos más, pequeños piquitos que parecían darse como si estuvieran enamorados. A lo mejor, lo estaban. Eso quería creer Ismael.

—Y ahora, ¿qué vamos a hacer?

La pregunta pareció pillar por sorpresa a Carolina, quien lo miró con cierta extrañeza.

—Pues como siempre, hombre.

Esa respuesta lo dejó perplejo.

—¿Como siempre? —repitió— ¿Pretendes que todo siga igual?

Su hermana frunció el ceño en clara señal de extrañeza. Desde luego, la conversación estaba tomando derroteros muy raros.

—Y entonces, ¿qué es lo que tú quieres?

Ismael permaneció en silencio un momento, consciente de que sus palabras podían ser determinantes para lo que les sucediese desde ese día.

—Carolina, somos familia y no entiendo muy bien cuáles son tus intenciones…

Lo besó. Sin más, la chica le plantó la boca en sus labios y ante eso, no supo cómo reaccionar. Estaba claro que no deseaba que hablase y menos para andar poniendo peros a todo. Dejó que le metiera la lengua y notó como algo volvía a revivir por su entrepierna. Estuvieron así, degustándose el uno al otro hasta que la chica se separó.

—Escúchame bien, porque no tengo ganas de explicarme demasiado —le dijo—. Si digo que las cosas van a seguir como ahora es porque así será. Hemos tenido sexo, pero, ¿eso significa que vamos a dejar los estudios o las vidas que tenemos? Claro que no.

Esa explicación sonaba muy clara y rotunda, aunque él seguía con ciertas dudas.

—Pero, ¿el sexo…? —Seguía confuso.

—¿Quieres que lo volvamos a hacerlo? —Su hermana clavó sus ojos en él mientras le hacía esa pregunta.

Estaba indeciso. Desde luego, no era lo que esperaba. Una cosa era follar en una ocasión, pero su hermana parecía estar planteado un escenario donde el sexo sería algo normal. Desde luego, no podía concebirlo tan fácilmente.

—Tú ya pareces tenerlo bien claro —indicó con cierto recelo.

Se quedaron en silencio. Carolina parecía algo vacilante sobre si seguir hablando. Sin embargo, continuó.

—Créeme, yo tampoco lo tengo muy claro, pero tras lo de ayer, no se que pensar.

Esa frase hizo reaccionar a Ismael. Notó algo de tristeza en su hermana. Quiso decirle algo, pero prefirió dejarla hablar.

—Lo que me pasó anoche en la discoteca me ha hecho darme cuenta de lo que quiero en mi vida y no es estar con tipos como esos. Yo necesito a alguien en quien confiar, que sepa que nunca me va a hacer daño, que…me quiera.

Sin poder evitarlo, Ismael se acercó y le dio un suave beso.

—Sabes que yo nunca te lastimaría —le dejó bien claro.

—Ese es el caso, tú siempre me has tratado bien y yo por mi parte he sido siempre muy mala contigo.

La notó a punto de llorar y le acarició el rostro para calmarla.

—Caro, es verdad que nos peleamos mucho, pero yo no te odio.

—Te he dicho cosas muy feas y terribles. Eso no está bien.

—Puedes cambiar.

—Claro. Pienso hacerlo. Quiero llevarme bien contigo, quiero que estemos juntos.

A esas alturas, las cosas estaban muy tensas. Habían cruzado una línea muy clara y sabían que por mucho que lo intentasen, las cosas ya no seguirían igual.

—Pero, ¿será una relación normal o…?

Carolina le sonrió con ternura. Volvió a besarlo y le tocó uno de sus mechones de pelo.

—Ya veremos.

La respuesta no sonaba muy clara, aunque en esos momentos, le daba igual. Tenía a su hermana desnuda al lado, preciosa y en busca de su calor. Vio cómo se acurrucaba y él la abrazó. Le dio un suave beso en la frente y sonrió divertida.

—Vamos a descansar un poco, anda —le dijo—. Estoy hecha polvo.

—Yo igual —comentó él.

De esa manera, se dejaron llevar y volvieron a dormir. No duraría mucho el descanso, pero tras todo lo vivido, lo necesitaban.
D

espués, bueno, ya verían lo que harían, aunque Ismael confiaba en que esto solo fuera el inicio de algo nuevo y…. muy excitante.
Fin
*

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⏰ Última actualización: Jul 05, 2019 ⏰

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Una noche de fiestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora