Parte 5

13.4K 160 1
                                    

La ardiente unión fue algo que ambos hermanos deseaban con desesperación. Con sus bocas pegadas, se morrearon con intensidad, dejando que sus lenguas se enlazasen e intercambiaran saliva. Ismael, en un inicio, trataba de ser lo más lento y cuidadoso posible, pero el voraz ímpetu de su hermana hizo que se acelerase más de lo que debía. Ella lo abrazó con fuerza, atrayendo sus cuerpos y sintiendo el calor que emanaba de ellos. Continuaron así, atrapados por una irrefrenable pasión que los empujaba a un terreno prohibido y placentero.

Enseguida, Carolina comenzó a desabrocharle los botones de la camisa. Desabotonó uno a uno e internó sus manos dentro de la prenda. El chico se alteró al sentir como acariciaba su torso, notando como las largas uñas de su hermana rozaban su piel. Esa sensación hizo que notara un gran escalofrío recorriendo su cuerpo, más cuando comenzó a lamerle el cuello.

-Ca...Carolina, espera un momento -le dijo mientras sentía aquella correosa lengua recorriendo su piel.

Al hablar, su hermana se detuvo. Su mirada reflejaba una lujuria incesante, clara muestra de que se hallaba ansiosa por devorarlo. Eso hizo sentir un poco atemorizado a Ismael. No podía negarlo, era la primera vez que se liaba con una chica y, aunque fuera su querida hermana, le intimidaba.

-¿Qué es? -preguntó extrañada.

-¿No crees que estamos yendo muy deprisa?

La cuestión pareció dejar algo sorprendida a Carolina, pero esta, lejos de detenerse, volvió de nuevo al ataque. A esas alturas, Ismael comprendía que su hermana estaba lejos de frenarse. Lo cierto era que él tampoco estaba mucho por la labor de echarse atrás, aunque necesitaba saber que ella estaba segura de lo que hacía. Parecía que así era.

Entregados por completo, continuaron besándose hasta que Carolina le ayudó a quitarse la camisa y luego, decidió ponerse en pie. Ismael la miró extrañado. Más se quedó al ver como se dio la vuelta.

De espaldas a él, la chica le habló:

-Por favor, podrías bajarme la cremallera.

Tragó saliva al escuchar semejante petición. Se quedó en el sitio tan solo con pensar en lo que tendría que hacer. Ella lo miró de refilón, esperando a que actuara. Notando su apresurada ansiedad, el muchacho se incorporó.

Con las manos temblorosas, cogió la cremallera del vestido y tiró para abajo. Ismael dejó escapar un suspiro al ver como quedaba al descubierto la blanca espalda de Carolina. Era incapaz de creer que estuviera a punto de desnudarla. Cuando llegó al tope, se retiró. Entonces, su hermana tiró de la prenda para abajo y quedó desnuda.

Ismael quedó sin habla al contemplarla. No hacía tantas horas, la había visto igual, pero ahora, las circunstancias eran muy distintas. Sus ojos descendieron por su espléndido cabello rojizo, todo suelto, y siguieron por su sinuosa espalda hasta detenerse en su redondeado culo, cubierto por el mismo tanga negro que ya atisbó la vez anterior. Carolina giró su cabeza y lo miró. Sus ojos verdes resplandecían.

-Tócame, hermanito -le pidió.

Lo poco que le quedaba de resistencia quebró por completo al oírla. Sin dudarlo, el joven agarró aquel objeto de deseo que llevaba ansiando desde hacía demasiado tiempo. La envolvió entre sus brazos y comenzó a besar su cuello.

-Eso es, no te prives -decía Carolina muy contenta.

Las manos del chico se deslizaron con fascinación por aquel bendito cuerpo. La piel era tan suave y cálida. Palpaba con tranquilidad, sin acelerarse, no solo por querer disfrutar del momento, sino porque sabía que era muy fácil perder el control. Siguió así, dándole besitos que hacían suspirar a la chica.

Una noche de fiestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora