III

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Ambos países caminan con calma a través de las calles nubladas de la capital mexicana, tomándose con calma de la mano y mirando el cielo que parecía iba a estallar en gotas de agua en cualquier momento.

A la lejanía de aproximadamente dos calles, ven a Rusia. México dibuja una sonrisa inconsciente en sus labios y saluda frenéticamente al eslavo el cual sonríe casi de manera invisible y solo notoria ante los ojos del celoso canadiense que mira a México correr hacia el ruso para abrazarlo de manera fraternal y darle un buen apretón de manos.

Canadá disimula una sonrisa mientras camina hasta llegar donde México, quien a sus ojos, estaba bastante cariñoso con el ruso.
Fija su mirada en México y su esplendor, encuentra su espalda llamativa, él compás de su respiración cuando duerme, los colores y lo suave que se ve al dormir.

Niega con la cabeza, dispersando sus pensamientos y saludando a Rusia con amabilidad, acto seguido haciendo un gesto con la mano al momento en el que el eslavo se aleja del mexicano tan solo tomando a este por los hombros en señal de amistad.

— ¡Pinche poste! ¿Donde te habías metido? Ya no te había visto.

En ese momento el viento sopló con fuerza haciendo a México casi perder el equilibrio de no ser por el agarre de su amigo, el cual ríe y México imita esto unos segundos después, Canadá suelta una risa discreta para unirse al grupo.

Príncipe. /Canmex Donde viven las historias. Descúbrelo ahora