Capítulo 1 "Erase una vez, una profecía"

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"Cuando la última luna del equinoccio resurja en la obscuridad, tu imperio perecerá.

Las rosas morirán en las praderas.

No escucharás a un gorrión nunca más.

No se oirá el graznar de los cuervos

El sol desfallecerá.

Y las lágrimas se volverán hielo

En delicados rostros de cristal.

Solo los zorros comerán la carroña de sus huesos.

Y todo eso sucederá, cuando la última luna de equinoccio resurja en la obscuridad "


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El Imperio Uchiha fue uno de los primeros en ser formado, el más antiguo del continente con dos mil años de historia y una amplia fila de emperadores que pasaron por su trono.

En un principio no fue más que un pequeño reino que colindaba con otros más pero con una ventaja que los demás carecían. Estaban bendecidos por la diosa Kaguya al ser estos los únicos en venerarla apropiadamente, la diosa única reconoció su gratitud hacia ella y en toda su misericordia les obsequió ojos carmesí como la sangre y con estos la familia real fue invencibles. Ellos lo llamaron: Sharingan.

Tras cien años de feroz contienda sin cuartel, muertes, hambre y miseria, los otros reinos, viendo que era imposible oponerse a tan feroz clan, decidieron poner fin a la disidía firmando un tratado de paz y acordando unir los 18 reinos del continente del norte para formar lo que en la actualidad es el basto imperio Uchiha.

El actual emperador, Fugaku era todo lo que se podía desear en un gobernante, en su juventud había luchado en batalla para alejar a los invasores de las fronteras sureñas con éxito sin igual, era valiente, fiero en combate y poseía un carisma que lograba convencer a los nobles de que sus decisiones eran las indicadas y fue en su reinado en donde el imperio al fin había alcanzado la estabilidad política anhelada y un desarrollo exquisito en cultura y arte.

Sin embargo sabía que necesitaba un heredero para poder continuar con la pureza de su estirpe y evitar que su casa pierda el derecho de trono y junto con eso la estabilidad que el reino había obtenido. Tras muchos rezos a la diosa única, al fin su primogénito había nacido por lo que posteriormente su corazón se llenó de una absoluta calma. Itachi, lo llamaron y fue el orgullo de su padre por ser un prodigio en casi todo lo que hacía; Itachi a la corta edad de cinco años había demostrado tener todas las capacidades de un futuro emperador, era hábil, listo, sumamente disciplinado y su dominio de la habilidad que les había obsequiado la diosa hace miles de años era impecable y de temer. Con su perfecto hijo Fugaku pudo finalmente asegurar la estabilidad en su reinado.

Como era la tradición, cuando el heredero cumplió los nueve años de vida fue llevado al templo para realizar la ceremonia de proclamación de sucesión y para que el oráculo vaticinara como sería su reinado en sus años de gobernación.

Al observar a Itachi, el oráculo exclamó las siguientes palabras: "—Muy fuerte es tu hijo, sin duda, de mente brillante y sabiduría sin igual, será un letal y valiente guerrero y no existirá reino que no se incline a sus pies —Fugaku se sintió satisfecho por aquel vaticinio—. Pero.... —continuó el oráculo para sorpresa de Fugaku— el día de su veintiunavo cumpleaños, antes de que se escuche la corneta proclamando un nuevo día, tú primogénito sucumbirá al amor y por él lo dejará todo, incluido tu casa e imperio. El joven príncipe no llegará al trono, su cabeza no sería ungida y sobre su espalda no reposara el manto de estrellas de emperador."

El Emperador Sin Corazón  (Sasunaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora