Capítulo 8: Más allá de las montañas (segunda parte )

3K 248 91
                                    


.

.

.

Tal y como la Marquesa dijo, al día siguiente de la conversación con su esposo, se hicieron los preparativos para recibir a los invitados al evento planeado exclusivamente para su hijo, evento al cual asistirían las familias de las cuatro facciones cercanas, todas con niños de la edad de Naruto que sin duda asistirían a la reunión debido al rango que ostentaba el único hijo Marqués.

Mucho antes que el Imperio se formara existieron dieciocho reinos, aquello ya era bien sabido, reinos que a la coronación del Primer Sol pasaron a ser llamadas facciones, todas ellas administradas por los descendientes de las familias de aquellas monarquías. De ellos, exceptuando a la familia imperial, quince eran condes y los otros dos eran Marqueses ubicados en el Norte y el Sur respectivamente. Ambos protegían los extremos del Imperio manteniendo a buen recaudo tanto las fronteras sureñas como norteñas.

Los Marqueses eran Nobles poderosos líderes de tropas y con facciones iguales de imponentes en tamaño y economía, por tal motivo poseían aún más estatus que el resto de la aristocracia estando solo por debajo de los Duques, miembros exclusivamente pertenecientes o ligados a la familia imperial. Y por supuesto debajo del mismo emperador.

Minato Namikaze era el Marqués que tenía la obligación de proteger las facciones del Norte, siendo llamado "Su señoría" debido a su título y a su Rango de primer Comandante del ejército Imperial; por consiguiente y debido al orden jerárquico, cualquier invitación hecha por la casa del Marqués debía ser bien recibida y respondida apropiadamente. Cualquier falta de etiqueta sería vista como una muestra de descortesía y malos modales, lo que era un escándalo en una sociedad como aquella.

A la hora del té de la tarde, las invitaciones estaban listas para ser entregadas. Sentada a la sombra de una sombrilla tomando el té en el jardín, la Marquesa se dirigió a su doncella de confianza, una joven dulce y eficiente de unos dieciséis años, quien se hallaba muy cerca a ella observando a su señora redactar cada una de las cartas. Aquella joven era la hija de quien había sido su antigua Institutriz.

—Rin-chan —llamó Kushina dirigiéndose a su querida doncella de forma maternal—. Por favor has de llegar estas cuatro cartas al mensajero de la familia y recalca su importancia porque lleguen a su destino lo antes posible. Sabes que Lady Yamanaka odia las fiestas con pocos días de antelación por no permitirle prepararse apropiadamente, además la facción de Lady Nara es la más lejana y no queremos que tenga problemas en su viaje.

—Entendido mi señora —dijo Rin retirándose con una sonrisa y con las cartas en mano para entregarlas al mensajero de la familia, un viejo hombre de gran porte y aspecto amigable.

Rin y la Marquesa siempre habían estado juntas. Cuando su madre, la antigua Institutriz de la facción Uzumaki falleció debido a un mal cardíaco, pensó que tendría que pasar toda su vida en un orfelinato; su padre al saber de la enfermedad de su madre las había abandonado sin dar mayores explicaciones y Rin tuvo que hacer frente a una enorme pérdida como esa sola y a tan corta edad. Afortunadamente, y para su bien, Kushina al saber de la pérdida de su amada institutriz y la pobre situación en que había quedado su única hija, pidió a su padre que permitiera a la hija de su maestra quedarse en la facción para que pudiese más adelante, ser su doncella.

Rin jamás olvidaría ese día en que la conoció por primera vez, una hermosa señorita aristócrata de cabello rojizo como el fuego y ojos color gris violeta propios de la facción Uzumaki. Ella se encontraba de pie frente a su esquelético cuerpo que se hallaba inerte en el frío suelo de aquel lugar lleno de niños que como ella todo lo habían perdido y llegaban con las esperanzas ya pérdidas.

El Emperador Sin Corazón  (Sasunaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora