John Constantine estaba en la plaza del vaticano mirando atentamente como 10 personas ingresaban a dicho lugar, todos iban a pensar que eran turista, pero había un enorme detalle, quien en su sano juicio iba a abrirle las puertas a los turistas a las una de la madruga con una tormenta golpeando la cuidad. Por supuesto eso solamente tenía un nombre, Gabriel estaba manipulando a la gente, por lo que sin más que decir John se armó con dos espadas que no medían más que un machete, todo para no causar revuelo, después de todo si se escuchaba disparos saliendo del vaticano ni la tormenta iba a impedir que algún curioso venga a tratar de saber que pasaba, aunque el exorcista tenía una solución para ese pequeño inconveniente. John miró como esas diez personas corrían hacia él, por lo uno de sus puñales para quitar una pistola con silenciador y dispararlos, dejando a 6 atrás ya que les dio en la pierna u en cualquier otra área de su cuerpo sin matarlos, y a dos muertos ya que les acertó en la cabeza, dejando a dos que vinieron corriendo hacia que John que le tiró, la pistola a uno de sus atacantes, para cortarle la garganta, y luego esquitar un corte de parte del segundo atacante que tomó distancia.
John Constantine...Gabriel manda su saludo – El atacante intentó cortar a John en múltiples ocasiones, pero este lograba este lograba esquivarlos con dificultad, ya que la intensa lluvia golpeaba sus ojos, era como si el mismo Dios estaba en contra de él, y lo deseaba muerto, por lo que le manaba esa lluvia de mierda, pero John no iba a solamente esquivar machetazos, ya que en uno de esos intento de partirlo por la mitad, John apuñaló a su atacante, y lo miró atentamente.
Pues vete al infierno – John incrusto cada vez más su arma blanca en el devoto a Gabriel que cayó al suelo, pero no terminó ahí ya que John se miró al frente donde seis personas quedaban, y por lo que quitó dagas de su bolsillo para acabar con esta pelea, después de todo o no podían correr bien o estaban desangrando por que recibieron el impacto de bala en algún lugar del cuerpo – Sabía que esas prácticas iban a servir.
A los lejos Miguel miraba atentamente como el exorcista más repudiado del vaticano luchaba contra seis sujetos, bueno cinco en estos momentos ya que John le lanzó una daga en uno que se incrusto en su ojo, tenía que admitir que el exorcista, era bueno en pelea, aunque sus contrincantes ya estaban heridos se movía de buena forma, era una combinación de varias artes de lucha, que se implementan perfectamente en la batalla. John apuñalo al último que quedaba con vida, algo que aprendió en sus prácticas es que lo único que importaba era ganar, porque si ganabas seguías vivo, por esa razón tenías que aprovechar cualquier ventaja contra tus enemigos, sin importar que no sea justo, como pasó en este caso que el los disparo antes para dejar inválido a la mayor cantidad de adversarios. Por supuesto esto, fue visto todo por el arcángel que estaba acercándose a él, con una sombrilla para evitar mojarse, cosa que solamente provocó que este gruñera por lo marica que era el arcángel al no desear mojarse sus maravillosas alas que mostraba cada vez que tenía para demostrar su superioridad a él, cosa que lo único que provocaba era unas ganas de vomitar.
Me sorprende tu destreza con los cuchillos y la pistola...-Felicito Miguel cosa que parecía más sarcasmo que una verdadera felicitaciones, después de todo se sabía que el arcángel, era el que más estaba en contra de recibir a el exorcista a la cuidad plateada, por pensar que no era digno y el salvar al mundo de la locura de su hermano no era una razón para darle las llaves de ir al cielo, algo muy estúpido, pero solo daba a entender algo a John, los ángeles eran iguales o peores que los seres humanos – Pero aun no creo que esto sea un gran avance para que mi padre te dé entrada al cielo...cometiste muchos pecados.
Entonces, ven y pelea tú, o cállate y mete tus angelicales alas en tu angelical trasero – Desafío el exorcista que se colocó frente al arcángel que frunció el ceño ante las palabras del pelinegro que no le tenía ninguna pisca de miedo del arcángel que alzó su alas, para imponer respeto o temor, cosa que no funcionaba en John ya que a él no le importaba si era el mismo Dios o el Diablo – Que me mataras...hazlo...voy a ir al cielo y tendrás que aguantarme.
John pasó al costado del arcángel que se notaba que estaba molesto por el comentario que hizo el exorcista que no le tenía el mínimo respeto a seres de su jerarquía y aun así, su padre lo iba a recibir en el cielo, siendo que el infierno era el mejor lugar para esta clase de persona. Claramente Miguel no iba a entender que John no tenía respeto hacia la iglesia, su único propósito era salvar su alma, luego de eso ya no le importaba nada, pero no iba a dejar que cualquier demonio de cuarta lo matara, iba a dar pelea, por esa razón entrenó en todo lo que podía, artes marciales, manejo de todo tipo de arma, y cualquier cosa conocía que sirva para su protección. Por supuesto y como era de esperar John fue detenido ya que uno de los tantos cardenales que había en este lugar se colocó frente a él. Y le extendió una toalla para que se secara el pelo, algo que le causó una duda a Constantine ya que todo el mundo en este lugar lo odiaba, por lo que dicha acción le causo duda.
El santo padre desea verlo señor Constantine – Ahora si el exorcista repudiado no entendía nada, ya que los cardenales no deseaban que él se acerque al Papa, ya que no era acto, pero había algo en claro si el Papa deseaba algo se tenía que hacer, y bueno él no era tan estúpido para negarse, iba a ver que deseaba y quien sabe, capaz el Papa le invitaba una botella de vino divino o que sea – Espero que no diga vulgaridades...señor Constantine.
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CONSTANTINE: The Exorcist
CasualeEl exorcista John Constantine nació con el poder de ver los Ángeles y los Demonios. A los 15 años se suicidó para escapar de sus visiones, pero fue revivido después de pasar dos minutos en el infierno, y su alma está ligada al infierno cuando muera...