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Otra vez... Me volvió a pasar.
El director nos echó a mí y a mi hermano de la escuela donde íbamos. Mamá nos golpeó en la cabeza con el cucharón cuando llegamos a casa y papá solo nos dijo que no nos daría dinero durante todo un mes como castigo.
Las razones son totalmente diferentes. Mi hermano golpeó a unos chicos de segundo año. Y yo fui culpado injustamente por una travesura que planearon los de otro salón de mi mismo año.
Se podría decir que ya lo veíamos venir. El director nos tenía en la cuerda floja por anteriores problemas en las que también nos habían culpado a ambos y estábamos advertidos de que si otro tipo de problema era "causado" por nosotros nos expulsaría sin dudarlo.
¿Acaso somos una clase de imán para la mala suerte?
Soy lo bastante atento, humilde y servicial que me pueda permitir mi timidez. No trato de destacar ni tampoco molestar. Incluso uso mucha crema y maquillaje para tapar este horrible acné.
¡Enserio lo intento! ¡Y mucho!
¡Por favor!
¡Solo quiero mezclarme con los demás y terminar de una vez mis estudios!
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Un muchacho de 18 años de estatura promedio se encontraba arrodillado suplicando a su hermano menor de similar apariencia. "Similar" porque este era mucho más descuidado y siempre adornaba en su pálido rostro un ceño fruncido que iba en perfecto conjunto con su desalineada ropa.
- A mi no me digas nada. Fue culpa de esos imbéciles el provocarme - gruñó él ojiambar desviando la mirada mientras cruzaba sus brazos notablemente molesto.
- ¡Jyushimatsu! ¡Por favor, sólo quiero que esta vez mi vida escolar sea tranquila! - el ojiazul chilló casi desesperado manteniendo su cabeza aún en el suelo de la habitación de su hermano menor.
Jyushimatsu chasqueo la lengua irritado y respondió después de unos segundos.
- ¿Quieres dejar de hacer eso? ¡Levántate! -ordenó el menor para luego tirarse de lleno a su amplia cama de sábanas amarillas, que aunque sonaba algo extraño, está siempre estaba ordenada todas las mañanas antes de ir a clases- Eres un dramático de lo peor... Incluso a ti, te hicieron el mismo truco.
El ojiazul levantó la cabeza y dió un corto suspiro al recordar el hecho. Era verdad que fue engañado pero no tuvo ni el valor de oponerse a las acusaciones de sus compañeros incluso si Jyushimatsu le pedía casi a gritos decir la verdad. Era un auténtico cobarde.
- Tal vez los ofendimos... Y por eso nos hicieron eso...
- ¡Idiota! - El ojiambar se sentó rápidamente en la cama al escuchar las típicas palabras que soltaba el mayor como excusa - ¿Eres tonto o te haces? Deja de decir estupideces y ponte a pensar más en ti. ¡Sé egoísta por una maldita vez!
- L-Lo sé, pero sabes que cada que lo intento es imposible no volver a lo mismo - murmuró el mayor parándose en su lugar sin cambiar la expresión de sus cejas caídas.
Ya casi era habitual escuchar esas palabras de parte de su hermano. Era como una gelatina andante cuando se trataba de defenderse y siempre salía casi corriendo por los pasillos buscando refugio en la sala de profesores con la excusa de ayudar o pedir un reforzamiento de alguna materia. Por lo menos su presencia no era nada molesta. Hasta algunos docentes le agarraron cariño por ser un alumno tan atento y responsable. O eso pensaban ellos al recibir tantas visitas del ojiazul.
Su hermano no toleró más ese comportamiento. Si pudiera ser una clase de bacteria y cambiar la forma de pensar de su hermano, lo haría, por muy loco que sonaba aquello, lo haría realidad. Se aproximó rápidamente donde el mayor y lo tomo fuertemente de los hombros para que lo mirará a la cara.
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INQUIETO DE TANTO DESEARTE
Novela JuvenilTu mirada es mágica. Tu cuerpo es una fragancia encantadora. Si lo aceptas o lo niegas. Tu serás mío, mi chico problemático. Créditos de los personajes e imágenes usadas a su respectivo autor.