[Por ahí del año 1500 y algo]
Un hombre de cabello moreno y piel blanca recorrió a grandes pasos el patio del monasterio. Estaba envuelto en una capa negra y, por su cabello revuelto, se sabía que acababa de llegar.
—A ver si os he entendido bien...
La paciencia de quien se hacía llamar el reino de España estaba alcanzando su límite a un nivel rojo.
No sólo había que lidiar con los problemas que tenía con sus vecinos en Europa mismos que lo perseguían fuera de su continente, con las exploraciones en el Norte y Sur de América y en Asia, con las guerras, las entre-guerras, y sobre todo la crianza de sus hijos regados por el continente; como para que al llegar a la capital de la Nueva España, los frailes le salieran con que...—Dejo a mi tierno e inocente hijo a vuestro cuidado por unos meses, mientras yo me voy a trabajar... —mientras hablaba, se acercó a un viejo fraile que había salido a recibirlo.
—Señor Fernández, será mejor que se calme — fray Servando lo llamaba por su apellido, aunque él era de los pocos que sabían que aquel hombre era la personificación del reino.
—... Y cuando vuelvo para llevarlo a Madrid como a mis otros hijos, ¿Ustedes lo pierden? ¡Otra vez!
—No creía que el demonio pudiera tomar forma de niño, pero es que su hijo... —murmuró un monaguillo que pasaba por ahí. España lo miró.— ¡Es un angelito del Señor!
—Esta mañana pidió permiso para ir a pastorear y no han vuelto ni las vacas —explicó Fray Servando, sin estar tan preocupado como España. Conocía al niño y sabía que éste podría moverse por el campo con más facilidad que cualquier adulto—, ¡más eso no es nada malo! Sabemos que José Antonio es un niño bastante inquieto y travieso, seguramente se quedó jugando por ahí...
España miró hacia un lado, a los verdes campos del mes de julio. El sol estaba por ocultarse y la brisa jugaba con las hojas y los frutos de los árboles tan propios del valle de México. Era tan tranquilo que parecía que ni la misma tierra extrañaba a la antigua representante de esas tierras. Parecía.
—Ensillen un caballo.
No tenía ni una hora de haber llegado del puerto de Veracruz y ya volvía a montar. Ni si quiera se había quitado la capa de viaje e incluso sus botas manchadas de lodo. Todo por un niño.
•••
—... Y le dije: «Ándale, Perú, toma, ¡es leche!», y se lo tomó, pero...
Un niño estaba sentado en la rama gruesa de la higuera de un monte que estaba lleno de nopales, frondosos mezquites y grandes nogales. El niño estaba vestido con un sencillo pantalón y camisa de manta, con un desgastado sombrero de paja; tenía una bolsa de cuero dónde había guardado los garambullos, las tunas, los higos y las verdolagas que había cortado mientras pastoreaba sus vacas.
Era delgado y moreno, bajito como solo un niño de seis años podía ser y con una casi permanente sonrisa que solía asustar a sus cuidadores porque era señal de travesura.
Para ser un niño prófugo del monasterio, estaba muy tranquilo. Sabía que al menos hoy no había hecho nada malo, además la vida de los frailes era muuuuuuuy aburrida y Nueva España creía fielmente que su deber era hacerla más divertida.
Abajo estaba sentado un perro negro que no tenía ningún solo pelo en el cuerpo y que miraba ávidamente al niño, esperando que le diera algún higo o algo, ¡lo que sea!
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Secretos pendejos de México
FanfictionEsto es de HETALIA, NO countryhumans/bolas deformes. Cuando México se aburre, hace cosas pendejas o ingeniosas. 1. ¿Qué onda? Soy el México 2. Apendejarse (Enamorarse) 3. «¿Asustado, México?» «Ya quisieras» 4. Y que CSM el América 5. El educadito...