Capítulo 23

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— ¿En quién? — volvió a preguntar Cedric. Lo fulminé con la mirada queriendo taparle la boca en ese instante, las manos comenzaron a sudarme ante la posibilidad de quedar en evidencia.

— En... mi... amigo... que dejé en Londres — inventé.

— ¿Qué clase de amigo? Cualquiera podría enamorarse de un amigo — inquirió.

— Enamoramiento no, Cedric — especifiqué de nuevo, Draco sólo se mantenía en silencio pero atento — Y es... un amigo, amm... cercano y... — me estrujaba los sesos para poder seguir poniéndole palabras a mi mentira — y... a una amiga también le gusta. Entonces...

— Tienes miedo de perder la amistad de tu amiga por haberte fijado en el mismo chico que ella — completó Cedric.

— ¡Exacto!

— Bueno y, ¿quién se fijó primero en el chico?

— Ella — musité, con pesar.

— Pero tú ya te fuiste de Londres. Ya no importa o ¿sí? — dijo Draco, quien había estado como una estatua hasta ahora.

— Eemm... — murmuré.

— Igual yo creo que lo hubieras hablado con tu amiga, en vez de especular tú sola las cosas y castigarte a ti misma — interrumpió Cedric — Digo, no era su novio y ella no era tu mejor amiga — se encogió de hombros.

Me solté a reír y ambos me miraron. Si Cedric supiera a quién me refería ni siquiera haya dicho lo último.

— ¿Qué es gracioso? — preguntó Draco.

— Nada, sólo que... nada — manoteé con la mano restándole importancia.

— ¡Mira, Hermione! — me dijo Cedric — ¿Ese lugar no te parece ideal para una fotografía? — apuntó hacía un edificio a lado de un canal que se extendía magnífico por el este.

— Qué buen gusto tienes Cedric — concordé — Creo que le tomaré una.

Saqué con la mano libre la cámara de mi bolso y luego me quedé en silencio y sin actuar, tímida porque Cedric aún mantenía su mano atada a la mía.

— Cedric, creo que Hermione necesita sus dos manos — farfulló Draco.

— Oh, cierto. Discúlpame — enrojeció un poco y soltó mi mano a la que inmediatamente le pegó el aire gélido del medio día. Le sonreí y apunté el lente de la cámara hacía el monumento y saqué la fotografía.

— ¿Un fiore per la ragazza? —musitó alguien detrás de mí. Me giré y obtuve la imagen de una señora con un canasto de rosas rojas que le hablaba a Draco, mientras que Cedric estaba distraído mirando las palomas.

Draco me miró y luego me sonrió. Entonces miró de nuevo a la señora — ¿Quanto costa una? — preguntó.

— Un euro — dijo la señora.

Dammi uno — Ella le acercó la canasta y Draco escogió una rosa entre el puño y luego, sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña moneda — Ecco — le dio la moneda y le sonrió.

Grazie bel giovane — dijo la señora y luego me sonrió a mí para después alejarse e ir a ofrecerle sus flores a la demás gente. No había aprendido aun italiano, pero al menos ya estaba un poco más familiarizada con las palabras y pude entender la conversación entre Draco y la señora. Ella le había ofrecido una rosa, él le había comprado una. Simple.

Seguro se la llevaría a Pansy.

— Ten — pero me la ofreció a mí y me dejó en blanco.

— ¿Qué? — musité, torpe.

— Es para ti — dijo, como si hubiera adivinado mi pensamiento anterior.

— Gracias — tomé la flor entre mis manos y sentí que el rubor corrió por mis mejillas pintándolas, así que desvié mi rostro y miré a Cedric, quien aún seguía entretenido observando el centenar de palomas que volaban en el cielo y otras que caminaban por el suelo de la plaza.

Alcé mi cámara y tomé una fotografía de su perfil justo en el momento exacto en que las palomas volaron. Una fotografía maravillosa. Cedric me miró.

— Hey, pudiste haberme avisado — me dijo y yo reí.

— No, creo que saliste más lindo así— Él se sonrojó de nuevo, y luego bajó la mirada percibiendo así la flor en mi mano.

— ¿Y esa flor? — preguntó.

— Se la di yo — dijo Draco, con más orgullo del necesario.

— Rayos, entonces yo tengo que comprarte un ramo completo — bromeó.

— Lo haces parecer una competencia, Cedric — dije queriendo seguirle la broma. Pero lo cierto era que dos hermosos ángeles estaban cortejándome y el tono casual en mi voz no era muy espléndido.

— Claro que no es una competencia — dijo él — yo no estoy compitiendo con nadie; Draco no es un jugador... él ya tiene dueña — bromeó Cedric palmeándole la espalda a Draco.

Draco sólo sonrió, pero a esa sonrisa le hacía falta... ¿alegría?

— Me haces sentir como un trofeo — dije, haciendo un mohín.

Non un trofeo. Tu sei una principessa bella e mi piace essere il vostro príncipe — musitó. El rostro de Draco se endureció y su ceño se frunció ante las palabras que Cedric había pronunciado. ¿Pero qué había dicho?

Tell in spagnolo — le farfulló Draco.

No, mi vergogno — musitó Cedric.

¿Qual è il tempo a flirtare con lei? Non capisce — el rostro de Draco se volvía serio y su voz no tenía ese tono amable.

Perché so che gli piace l'accento italiano — Cedric se encogió de hombros.

Non vedo il punto — Draco se cruzó de brazos y luego me miró. No sabía cuál era mi expresión, pero hasta sentía un signo de interrogación dibujado por encima de mi cabeza. Odiaba no entender nada — Cedric dice que eres una bella princesa y que a él le gustaría ser tu príncipe — me dijo, pero parecía molesto.

— ¡Stai zitto! — protestó Cedric a Draco, enrojeciendo por completo. Miré a Cedric, enternecida.

— Qué lindo eres, Cedric. Gracias — dije y él enrojeció más. Sin embargo, Draco permanecía de brazos cruzados y con rostro duro. La fierecilla apareció de pronto, bailando de alegría porque creía que lo que Draco tenía eran celos y aunque no quisiera aceptarlo, a mí también me gustaba la idea.

Manual de lo prohibido [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora