Capítulo 28

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— ¡Hola! — me sonrió, haciendo notar sus pómulos rojizos.

— Qué bueno que llegaste — dije y lo jalé de la mano para sentarlo conmigo.

— Dime, ¿qué pasa?

— Bueno... tengo un muy, muy, grave problema — farfullé. Sus cejas se elevaron al mismo tiempo en un gesto de sorpresa pero luego pasó a ser un ceño fruncido bañado de un matiz de preocupación.

— ¿Qué tipo de problema? ¿Qué es? — inquirió, visiblemente atento.

— Bueno. ¿Prefieres que te lo diga sin tantos rodeos? — pregunté. A lo mejor así era más fácil para mí — Asintió — Creo que me gusta tu hermano — dije casi hablando entre dientes, consumida por la vergüenza.

— ¡¿Qué te gusta quién?! — sus verdes ojos se abrieron al igual que su boca.

— No me hagas repetirlo — lo fulminé con la mirada.

— ¿Estás enamorada de Draco? — preguntó y su voz se mezcló con alguna chispa de arrebato repentino.

— No, no, no — gesticulé — Enamorada no — negué rotundamente, meneando la cabeza — Sólo, me gusta... mucho — admití, ruborizándome.

— Vaya — se recargó con aplomo sobre el respaldo metálico de la banca — Ahora somos compañeros del mismo dolor — bromeó.

— Harry, no estoy enamorada de tu hermano — volví a especificar.

— No por ahora.

Le fruncí el ceño y el rió — Vamos, cuéntame cómo ocurrió — me palmeó la pierna cariñosamente.

— Bueno — suspiré — creo que fue desde que lo vi. Mira, yo no creo en el amor a primera vista, pero cuando vi a Draco, me atrajo al instante. Tu hermano es muy apuesto.

— Ya he oído eso — musitó Harry.

— Bueno, tú no te quedas atrás — admití.

— Gracias. Continua.

— Él no me dijo que era novio de Pansy, y Pansy tampoco me mencionó que tenía uno; así que mis pensamientos volaron libremente y entonces chocaron contra una dura pared cuando me enteré de que ellos eran pareja.

— ¿Cómo te enteraste?

— Oí a Pansy decirle "amor" y luego besarlo.

— Oh — musitó y quiso fingir indiferencia, pero fue notable que le dolió. Capté entonces que debía guardarme comentarios como ese.

Continué — Luego Pansy me explicó que lo eran y... yo comencé a convivir con Draco. Ya sabes, mientras espera a que Pansy llegue del trabajo y eso; luego...

— Espera, espera — me interrumpió — ¿Cómo que convives con Draco mientras espera a que Pansy llegue?

— Sí. Bueno, Pansy llega a las ocho de la noche y Draco va a las siete al departamento.

— ¿Por qué hace eso? — preguntó confundido.

— Dice que es agradable estar allí — me encogí de hombros.

La cabeza de Harry se meneó y luego soltó una risita junto con un resuello.

— Continúa, continúa — me instó.

— Bueno... empecé a convivir con él. Llevarnos bien es fácil, es agradable y divertido. Pero mientras más convivíamos, empecé a sentir cosas por él.

— ¿Cosas?

— Sí, ya sabes... ese tipo de cosas — me encogí de hombros.

— ¿El cosquilleo en el estómago, la sonrisa idiota en el rostro, el latir inoportuno del corazón, el enrojecimiento de mejillas y las ridículas ganas de verle el rostro a cada instante de cada día?

— Eso... mismo.

— ¿O esas ganas abrasadoras de ser tú quien en vez de ella, esos molestos pinchazos en el interior que te fruncen el ceño cuando los ves tomados de la mano, riendo y platicando, y esas oleadas repentinas de tristeza cuando por accidente los descubres besándose?

— Sí — musité.

— Querida mía — se acomodó para mirarme de frente y me miró con un gesto divertido y a la vez compasivo — Lamento confirmarte que estás enamorada — me hizo un cariño en la barbilla.

— ¡¿Qué?! — chillé atónita.

— ¿Por qué no? — preguntó, sumamente tranquilo.

— ¡Porque es novio de mi mejor amiga! — vociferé como si fuese obvio — No debo, no puedo — negué con la cabeza frenéticamente.

— Uno no decide de quien enamorarse — suspiró — Y si no, mírame a mí: no debo ni puedo estar enamorado de Pansy, y lo estoy — se encogió de hombros.

— ¿Por qué lo tomas con tanta tranquilidad? — vociferé, casi queriéndole sacudir de los hombros.

— Porque no voy a ponerme a llorar ni a atormentarme. ¿Qué más puedo hacer si no es aceptar y vivir con eso? Aunque me duela.

— Y bastante— admití, ahora caía en la cuenta del porqué es que lo entendía desde un principio.

— Ahora sé por qué nunca me juzgaste — dijo, adivinando mi pensamiento.

— ¿Y qué vamos a hacer ahora? — pregunté, derrotada ante el sentimiento.

— Tratar de separarlos y hacer que Draco te ame a ti y que Pansy me ame a mí — dijo.

— ¿Qué? — le miré con desdén, crédula.

— Sabes que eso fue sarcasmo, ¿verdad? No vamos a hacer nada, no podemos hacer nada — musitó, lleno de aplomo.

— Por un segundo lo creí — susurré, recargando mi espalda en el respaldo de la silla y cruzándome de brazos. "Y me gustó" completó una vocecilla en mi cabeza — ¿Te digo algo? — dije ignorándola.

— Dime — me miró.

— Creo que Draco se... — me daba vergüenza decir eso, porque seguro Harry pensaría que estaba loca o demasiado enamorada y ya comenzaba a alucinar.

— Se... ¿qué? — me instó.

— Se pone un poco celoso cuando me ve con Cedric — terminé diciendo como quien no quiere la cosa.

— ¿Cedric? ¿El vecino de Pansy?

— Ajá.

— ¿Por qué se pondría celoso? — preguntó con los ojos inquisidores.

— No sé — dije aunque sí sabía, o al menos, quería creerme lo que pensaba. Que yo de alguna forma le atraía — Pero he notado que cada vez que tomo a Cedric de la mano y que le doy un beso en la mejilla o que Cedric me corteja, Draco no parece muy contento — admití.

— ¿Te gusta Cedric? — preguntó y me hizo recordar cuando Draco lo hizo también.

— Es agradable, pero lo prefiero como amigo.

— Entonces déjame adivinar, ¿utilizas a Cedric para darle celos a Draco? — me reprochó.

Lo primero que pensé en decir fue "No". Pero luego, cuando lo pensé más, decir "No" sería completamente falso; porque consciente o inconsciente. Yo hacía aquello para ver el ceño fruncido de Draco en su rostro y luego sentirme bien al saber... o mejor dicho... creer, que yo le robaba algún tipo de sentimiento de inquietud.

Harry interpretó mi silencio — Hermione, eso no se hace — me regañó como un padre a una hija, o como un hermano mayor.

— La mayoría del tiempo no lo hago a propósito — susurré.

— Y Draco no tiene porqué ponerse celoso — reflexionó — Esto está muy, pero muy raro — se rascó la barbilla como pensando y yo sólo me dejé caer de nuevo sobre el respaldo, suspirando. No quería hacerme ilusiones, no debía.

Manual de lo prohibido [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora