EXTRA

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Narra Draco:

Contemplé por un rato a la feliz pareja de pie junto al altar y luego mi mirada revoloteó hacía la bella chica que estaba sentada a mi lado. Los recuerdos salieron a florecer en mi cabeza, haciéndome vibrar por la nitidez con la que se proyectaron.

Mientras el ministro hablaba uniendo a la pareja frente a él, recordé las palabras de Pansy el año pasado; me golpeaba el pecho con fuerza y rencor, mientras me miraba con sus grandes ojos verdes y lloraba sin contenerse. Me partía el alma verla así.

— ¡Vete tras en ella entonces! — me decía — ¡Alcánzala porque el amor de tu vida se escapa! — me golpeó por doceava vez el pecho.

— Pansy — musité.

— Debí de haberme dado cuenta antes — gritaba — ¡Nos hubiéramos ahorrado todo esto! — manoteó, cansada.

— En ningún momento te engañé, Pansy — expuse — Ella me robó un beso, pero estaba ebria, Pans.

— ¡Pero tú no! — exclamó, con voz estrangulada — Además, el que haya estado o no ebria no quita que se haya enamorado de ti — señaló un papel sobre la mesa, arrugado violentamente — ¿Y sabes qué es lo peor? — sollozó — Que tú, perfectamente cuerdo, te enamoraste también... de ella. De mi mejor amiga — gimió.

— Pansy — quise acercarme, abrigarla en mis brazos para que de alguna manera cesara su dolor, pero me quedé a distancia, sabiendo que después de mi confesión, no serviría de nada — nunca quise hacerte daño — expliqué — Simplemente... no pude controlarlo.

Recordé entonces el primer día que descubrí que sentía algo por Hermione. O mejor dicho, cuando acepté que sentía algo por ella. Aquella vez que ella veía una película de terror y que de cierta manera, sin explicarme cómo, quería protegerla entre mis brazos y luego, jamás dejarla ir. Con el paso del tiempo me di cuenta de que me gustaba estar a su lado, pasar las horas en su compañía y hacer chistes tontos de cualquier cosa.

— ¡Pero pudiste decírmelo! — las palabras de Pansy continuaron — No había necesidad de que me hirieras de esta forma — sollozó, de nuevo — Pero yo soy la estúpida, ¿sabes? Debí de darme cuenta, por cómo mirabas a Cedric cuando se le acercaba, le hablaba o la besaba.

Mi rostro de endureció al recordarlo. Era una furia devastadora, una inquietud por querer alejarla de Cedric cuando éste se le acercaba. Algo que en ese momento me inundaba de pies a cabeza y que no podía explicarme la razón. Ahora lo sabía.

Volví a perderme en el recuerdo, en la escena de aquel día gris.

Me encontraba inmovilizado en el centro del departamento de Pansy, después de haber parecido un idiota y sentirme como uno. Viendo a Harry parado en la puerta y a Pansy entre sus brazos, sollozando en su pecho. Entonces, sólo entonces, me di cuenta de que yo había sido igual de ingenuo que Pansy. Ahora comprendía quién era la chica a la que Harry amaba y porqué es que nunca me lo dijo. Estaba de pie allí, mirándome con la comprensión de un amigo, con el dolor de un hermano; mientras Pansy lo apartaba lejos, llevándoselo consigo como el único apoyo con el que contaba.

— Acepto — musitó el novio, mirando fijamente a su futura esposa y sonriéndole, haciendo que mi mente volviera al presente.

— Y tú, Pansy Parkinson, ¿aceptas a Harry James Malfoy como tu futuro esposo para amarlo, cuidarlo, en la salud y enfermedad, hasta que la muerte los separe? — preguntó el ministro.

— Acepto — respondió ella.

Hermione se levantó de la silla y sacó su cámara fotográfica. La miré desde abajo, sentado aun.

Manual de lo prohibido [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora