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Ángela

Corte la videollamada y me quede mirando el celular hasta que se bloqueo y la luz se apago. Tarde unos minutos en asimilar que lo que había pasado y un sentimiento de soledad me invadió. Me recosté en la cama y me envolví en con una manta tratando de calmar ese frío interior. A medida que pasaban los minutos la cordura se alejaba de mi alma y se apoderaba la inseguridad y la imaginación de situaciones que no me favorecían.

Yo sabía que no éramos novios. No soy eso y no soy nadie.. Sabía que ella existía y sin ir más lejos hacía dos semanas ella había estado en ese mismo teatro en el que yo había estado cuidándolo. Sabía que el no me podía dar más lo que me daba y me lo había dejado claro cada vez que había tomado distancia cuando las cosas se ponían serias.

Pero más allá de los rótulos y promesas, yo me sentía incapaz de estar con otra persona.  En la vorágine de la novela, el escándalo de Juan, mi separación, mi trato diario con Tato sumado a presiones y competencias ilógicas que nos Imponían en los estudios, el era mi refugio. Me hacía pararme en este mundo con otra perspectiva y me enseñaba a disfrutar las cosas. El era único para mi. Mejor dicho, el era el único capaz de hacerme bien. Yo era de el y el era mío o eso pensaba hasta saber que el estaba con ella, lejos, en su casa y con sus padres.

Acaso no era una relación a medias, libre y de encuentros nocturnos? Ya no tenia nada claro. Daniel con naturalidad la mencionó. La conocía evidentemente. Acaso ella era su novia allá? Acaso su insistencia con escondernos tenía que ver la relación con ella? Miles de preguntas y ninguna respuesta. Pasaban los minutos y el no se conectaba y cada minuto era un pensamiento negativo que entraba a mi mente.

Entre lágrimas, fui al baño y mientras me lavaba las manos, levante mi mirada y me vi en el espejo. Pálida, desarreglada, con los ojos hinchados por causa de las lágrimas que continuaban saliendo sin parar, con los pelos alborotados y pero por sobre todas las cosas sola. Nuevamente estaba insegura, desprotegida, abandonada y llorando por alguien que no me daba estabilidad.

Regrese a la habitación. Tome el teléfono y llame a Vane. Le expliqué no me sentía bien y que no podia hacer el show en estas condiciones. Le pedi cancelar el show y ella no dudó en asegurarme que no había ningún problema. Si bien culpe a la gripe por mi malestar, mi amiga al instante notó que algo más pasaba. Preferí no involucrarla ya que compartíamos elenco más allá de todo. Pero comprendo que ya sola no podía con la situación

-veni, te necesito -le mande por texto a Lizardo-

No pasaron mas de veinte minutos y el estaba en la puerta con un set de amigo que incluían gomitas y alcohol

-abrázame nena, abrázame -y me derrumbe en sus brazos-

Acostados en el sillón, tapados con una manta y un pack de pañuelitos descartables a mi lado le fui contando todo lo que él no sabía que venía pasando con Agustín. Lizardo me conocía más en mis peores momentos que en los mejores y sabía encontrar la raíz de los problemas que me surgían. Lizardo no era tan soñador como Juan sino más bien realista y objetivo pero tristemente sincero.

-ange -me dijo calmado- estás rota y no estás rota precisamente por Agustín. Estás rota por Tato. Seguís rota. Pepo fue un duende mágico como dirás vos pero no logró unir todo lo que te rompió Tato.. vivís con esa inseguridad a que no te amen.. y

-pero no me ama. Esta vez tuve razón -le dije-

-no! De una pequeña situación que no Tenes la menor idea de qué lado -resaltándome mi ignorancia- te hiciste esta historia! Estás insegura de si te quiere, si te valora, si te da más, si eso es verdaderamente un sentimiento o solo purpurina como lo de Tato

 Fuera de contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora