¡Eres tú!

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Claudia me pasó a buscar el jueves en la mañana para ir a desayunar, luego iríamos a comprar un vestido para una cena romántica que tendría con Gabriela y finalmente iríamos a encontranos con Alicia, que me citó a su departamento, ya que mi hogar, era el lugar de terapia de Leo.

Viendo el vestido, noté a Claudia un poco pensativa y quise saber que le ocurría:

- ¿Está todo bien con Gabriela?

- No lo sé, Martina, la verdad es que anda un poco distante, no sé que le pasará.

- Quizás tiene mucho trabajo en la oficina, ni yo sé lo que me espera el lunes cuando vuelva a trabajar.

- Bueno, si, quizás si es eso. Pero ¿ y si no lo es?

Es la primera vez que veía a Clau tan preocupada por alguien que fuera su pareja. Creo que mi amiga se estaba enamorando de aquella argentina. A lo mejor el flechazo de cupído por fin le había llegado. Pero no me gustaba verla así, necesitaba que mi amiga supiera que todo iba a estar bien.

Tomé a Clau por el brazo y la llevé frente a un espejo:

- Clau, ¿qué vez ahí?

- Que pregunta tan tonta, Martina, pero claro que me veo a mi.

- Sí, pero ¿qué más?

Claudia no se había dado cuenta de lo que quería que entendiera, hasta que realmente se vio en el espejo:

- Bueno, veo una mujer luchadora, que no se rinde fácilmente, que sabe como llevar la vida por los cuernos. Una mujer que no podrán derrotar fácilmente. Veo una guerrera, una superviviente de la vida. Veo a alguien que dejará su huella en este mundo y será recordada por siempre.

Ahí estaba mi Claudia de siempre, la que necesitaba en esos momentos para seguir con mi propia vida. 

Me abrazó, y me besó la mejilla y cuando estaba en eso, vi por el reflejo del espejo a Lisbeth que estaba en la misma tienda:

- Hola chicas, tanto tiempo que no las veía ¿cómo están?

- Lisbeth, que bien te ves, al parecer te hiciste algo en el pelo.

- Sí, efectivamente, Martina. Dime algo ¿por qué no te he visto por la empresa?

Conversamos un momento mientras que Claudia seguía provandose vestidos y modelandonos. Me contó que terminó definitivamente su relación con Alvaro, que estaba buscando nuevas experiencias y que quería empezar una nueva vida.

Cuando Claudia se decidió por su vestido, Lisbeth se despidió de nosotras y a mi me dió un beso en la comisura del labio y me dijo que un día de estos me llamaría para ver si salíamos a beber algo por ahí, conversar y matar el tiempo.

Claudia me miro con cara burlona y me empezó a decir que no tenía nada de malo que saliera con chicas. Que ya era hora de que consiguiera una nueva novia. Que viviera la vida, que estaba ya un poco vieja para estar soltera a los 24 años.

No quise hacerle caso, decidí que era mejor marcharnos, porque ya sería la hora de ir al departamento de Alicia para mi primera sesión psicológica.

Iba echa una tumba en el auto, ya que Claudia venía bromeando con que podríamos hacer una cita doble, ella con Gabriela y Lisbeth conmigo. Seguía sacando provecho de su estado anímico anterior, pero me dio mucho gusto verla reír después de haber conocido su cara de preocupación.

Llegamos a la dirección que nos dio Alicia. Vivía en una casa hermosa, no muy pequeña ni muy grande, tenía un jardín delantero hermoso y en la entrada de la puerta principal, se veía un perro enorme durmiendo afuera.

Detrás de la MáscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora