¿Todo lo bueno tiene que empeorar?

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Tomé la decisión de llamar a Alicia el viernes por la mañana, me encontraba nerviosisima, no sabía que le diría, si me respondería, si iba a aceptar mi invitación a almorzar. Me encontraba nerviosa, pero al mismo tiempo me encontraba en las nubes, volando como siempre como si su rostro fuera lo único existente. Ella era la mujer de mis sueños, con la que quiero quedarme toda la vida, con la cual quiero despertar cada mañana y ver su hermoso rostro junto a mi, a la cual quiero llevar de paseo al campo o donde sea para poder perderme en su mirada. Alicia era esa mujer que me hacía sentir cosas que jamás en mi vida pensé que podrían existir dentro de mi. Alicia era el amor de mi vida.

Tomé el teléfono movil y busqué su número en mis contactos, apreté el botón de llamar pero colgué inmediatamente a causa de lo nerviosa que me encontraba. Respiré profundo para calmarme, me di vueltas por mi habitación, quise ir a ver si Leo estaba despierto pero al parecer se había ido a la universidad.

Tomé el teléfono de nuevo para intentar llamarla, pero esta vez no colgaría, esta vez le pediría que salíeramos, tenía que hacerlo. Me convencí a mi misma de que podía hacerlo. Así que llamé y esperé que contestara. La espera se me hizo eterna, empecé a sudar de las manos, de la frente y hasta de las axilas. Hasta que contestó:

- ¿Hola? ¿Martina? ¿Sucedió algo?

- Emm, s-s-si, o sea quiero decir no. Emm ¿cómo estás?

- Bien, la verdad es que un poco cansada, necesito un descanso ahora mismo, necesito relajarme. Me siento encerrada y presionada por Carla.

- ¿Quién es Carla?

- Mi novia, es que trabajamos en conjunto y me tiene estresada, es muy trabajólica. A veces pienso que se olvida de que soy su novia y que tiene una vida conmigo.

- Ah vaya, o sea que hoy vas a descansar. Creo que la invitación que quería hacerte quedará para otro día.

- ¿Querías invitarme a algo?

- Sí, yo s-s-solo quería ... pues nada, te quería preguntar si querías almorzar conmigo para seguir hablando, ya sabes del accidente del palacio, pero si estás cansada no importa no te preocupes que ya veré que hago. De verdad no te preocupes.

- Dime dónde y a qué hora nos juntamos. Me hará bien salir y relajarme. Además eres muy agradable para conversar y te tomaste la molestia de invitarme.

- ¿De verdad? Quiero decir, ¿te gusta la comida japonesa? Porque conosco un restaurante que es excelente, preparan cosas muy sabrosas además del ya típico sushi. Sabes, ¿por qué no mejor te paso a buscar a tu casa? Pero encierra a Gorge, antes de que me mate a langüetazos.

No se de donde salió esa personalidad mía, hasta yo misma me sorprendo de las cosas que hago y digo. Pero a pesar de mi sorpresivo atrevemiento, que al parecer le gustó, aceptó en que la pasara a buscar a su casa y salir a almorzar conmigo.

Cuando colgué el teléfono, di un salto del cual no sé como no me pegué contra el techo. Saltaba de felicidad por toda la casa. Bailaba y tonteaba. Menos mal que vivía en departemento donde solo los pájaros podían ver mi baile de felicidad extrema.

En 1 hora más volvería a ver a Alicia, a sentir su hermosa presencia, volvería a ver sus hermosos ojos, volvería a escuchar su hermosa voz y yo, yo estaba aún en pijamas.

¡Rayos! No sabía como iba a ir vestida, no había un buen día afuera quizás deba colocarme un chaleco, o quizás un poleron. No no no no, tenía que ser un chaleco normal sencillo, azul, dicen que el azul es el color de la confianza de uno mismo. Sí, un chaleco azul eléctrico con una blusa debajo color blanco y unos pantalones negros no muy ajustados. No quería parecer una niña, si no alguien joven y ni tampoco quería parecer una vieja amargada.

Detrás de la MáscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora