Preparación

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Observo con la cabeza ladeada todas las prendas de vestir tiradas en mi cama y luego mis maletas. Repito ese movimiento al menos tres veces antes de escuchar la puerta abrirse.

—¿Necesitas ayuda? —me pregunta mi madre, parándose a mi lado.

Respiro hondo. —Hace tanto que no viajamos que hasta olvidé como se prepara una maleta.

Mamá ríe. —No seas exagerada, estuvimos es alemania hace un año.

—Pero eso no cuenta —me quejo—, fue un viaje de negocios.

—Que duró semanas y en el cuál te enamoraste del chico que vendía frutas en aquella plaza.

—¡Mamá! —Río.

Ella se me acerca y pasa sus manos por mi cabello.

—Cariño, ¿estás bien con eso de que cuando regresen ingresen inmediatamente a la universidad? —pregunta con dulzura.

Sonrío. —Me parece perfecto y que están siendo comprensivos.

—Sabes que no me refiero a eso, cariño.

Doy un suspiro corto. —Mamá, estoy bien. Ahora debo pensar en todo lo que no pensé durante mi último año de secundaria, pero no es algo que me quite el sueño. Lo único que quiero es ser feliz con mis propias decisiones y tener un exitoso futuro.

—Y es exactamente lo que queremos tu padre y yo para tí, confiamos es que tus decisiones serán las correctas —Sonríe—. Pero me veo obligada a decirte que te prohibo deliberadamente que tanto yo como tu padre interferamos en dichas decisiones, que nunca pase por tu cabeza lo que podríamos querer nosotros, y bueno, supongo que eres lo suficientemente inteligente para saber a qué me refiero con eso señorita, no es que me vas a llegar a la casa diciéndome que quieres stripper o algo así, ¿estamos de acuerdo con eso, señorita?

Asiento con la cabeza y con una pequeña sonrisa, ella me sonríe y deja un beso en mi frente antes de caminar hacia la puerta de mi habitación.

—¡Oye, me estafaste! Creí que venías a ayudarme —me quejo, ella ríe.

—Tengo cosas que hacer, princesa, ¿recuerdas? A nuestros locos hijos se les ocurrió irse del país y tenemos que hacer los trámites.

—¡Buenas noches, mamá!  —grito, antes de que salga por completo.

Me tiro en la cama boca arriba, pero me levanto de inmediato sobando mi cabeza, ¡me acabo de pegar con la ruedita de la maleta!

Mi laptop se enciende en mi escritorio indicando que tengo una llamada, me levanto aún con una mano en la cabeza ¡vaya que sí duele! Cuando abro la laptop me encuentro que son los chicos llamando por Skype, contesto dicha llamada y lo primero que escucho es el grito de Emelie.

—Si vas a estar gritando juro que apagaré esta cosa —advierto.

—¿Ya terminaste de preparar tus maletas? —cuestiona Alessia, desde su cuadrito; justo ahora en la pantalla están seis cuadritos con cada uno de mis amigos.

Hago una mueca. —Apenas he empacado dos jeans, ¡no sé que meter en la maleta!

—¿Jeans? ¿en serio? —Rueda sus ojos, se levanta y vuelve con dos vestidos—. ¿Cuál de estos está mejor? Sé que ambos están geniales, pero no quiero llevarlos los dos.

—Me gusta el verde —le dice Derek, ella sonríe.

—Pues a mí me gusta el azul —señalo. Todos, excepto Derek asienten.

—Entonces el verde será —dicta.

—Bien solo le hubieras preguntado a él —le dice Bryant, rodando los ojos.

—Mi madre me ayudó a preparar la mía hace un rato, ya está todo listo —informa Fred, mientras acomoda sus lentes.

—¿Tu madre te ayudó? Oh no, Nerddie, me tendrás allá en media hora, debo revisar esa maleta —dice Bryant, muy serio.

—Oye, no vas a desarmar mis maletas, ya todo está muy organizado.

—Pues no voy a dejar que te lleves toda la ropa que te compró tu mami en Pepe Ganga —Dicho esto, el pelirrojo se desconecta del chat.

Fred frota sus ojos.

—¿Me invitan a la pijamada? —se burla Derek, haciendo que Fred se desconecte—. Oh Dios, chicas lo siento, pero no voy a perderme esto. ¡Adiós! Te amo, bebé.

También se desconecta luego de enviarle un beso a Alessia.

—De acuerdo... —alarga Celia.

—Deberíamos hacer lo mismo —propone Emelie y continúa sin dejar que nadie diga nada—:¡Brooke, allá voy, espérame!

Todas se terminan de desconectar y solo quedo yo confundida por no entender muy bien lo que ha ocurrido.

Media hora después las chicas se aparecen en mi casa.

¡Al fin, una ayuda!

Ahora sí terminaré de preparar las condenadas maletas..., o bueno, terminarán ellas, yo me siento a observar.

Tour en Francia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora