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Las puertas del centro comercial en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, se abrieron escandalosamente por obra de Tony, enfundado en su blazter caro y sus lentes de sol armani, ingresó sonriente y dominante, respirando una bocanada antes ...

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Las puertas del centro comercial en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, se abrieron escandalosamente por obra de Tony, enfundado en su blazter caro y sus lentes de sol armani, ingresó sonriente y dominante, respirando una bocanada antes de sonreír sarcásticamente y caminar meneándose como si fuera el dueño del edificio.

Se sentía muy seguro con la bufanda de Steve enrolada en su cuello, llena del aroma del alfa que todos sabían, era su prometido.

Happy yacía detrás, cargando con dos bolsas de productos que el billonario ya había comprado en otras tiendas de la plaza.

Inclusive algunos alfas del cuerpo de vigilancia gruñeron ante la descarada descarga de aroma que Anthony dejaba a su paso. No es como si el omega quisiera provocar a los alfas presentes, simplemente ya no tomaba inhibidores, y así no tenía mucho control sobre su aroma, por lo que su fragancia era percibible para olfatos buscadores y aquellos que estuvieran cerca.

Murmullos por aquí y allá, Anthony era, sin nada de discreción, el centro de atención. Y el omega disfrutaba ello con avidez. Se paraba erguido y elegante a evaluar los zapatos, y de inmediato tenía a betas y alfas, literalmente, a sus pies, atendiendo sus demandas y colocándole los calzados como si fuera un príncipe, mientras Tony meneaba los hombros cuando se sentía insatisfecho.

Happy sudaba peor que foca soleada, no le parecía nada bien que Tony estuviera abusando de su condición. Harold era el encargado de protegerlo de daños que no necesitaran a "Iron Man", pero tenía límites.

En la tienda de donas que pasaron, literal, Stark hizo que un par de alfas le dieran de comer en la boca todos los bocaditos de prueba, aprovechando que la mayoría de alfas solteros se babeaban con solo tenerlo cerca.

Y Anthony disfrutaba de ese poder, se sentía como si el trono de hierro fuera suyo.

No era un fetiche o algo parecido, era un instinto bastante remachado, el mundo en el que se crió era para betas; los conceptos de manada ya habían desaparecido hacía un par de décadas y todo lo relacionado a las maravillas que hacían alfas y omegas, incluso eran tan idílicos como la posibilidad de que una plebeya pudiera casarse con un príncipe.

Tony quería sentir el poder de su naturaleza, no por capricho, sino por una especie de calma a su coraje reprimido. Innumerables veces, sus 'socios' alfas le quisieron callar solo por "ser" un beta de aspecto pequeño. ¿Habrían de ser más ridículos? ¡Ja! Él nunca lo permitió.

Stark jamás se quedaba con la boca callada; y en esos tiempos, su fama de "insoportable y engreído" no hizo más que crecer y crecer.

Aunque esta era la primera vez que Anthony intentaba hacer... esto que estaba haciendo; y como estaba jugando con fuego, metafóricamente, se quemó.

Pensó confiadamente que el aroma dominante y fuerte de Rogers en la bufanda —que tomó "prestada"— iba a ser suficiente. Aparte que era muy agradable y lo hacía sentir un poco feliz, también era imponente e imposible de ignorar.

Forbidden OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora