Capitulo 4

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Asmita observo a su amigo atrás del volante, tratando de leer su expresión levemente borrosa ante sus ojos. Tenía el ceño levemente fruncido, como si estuviera pensando algo que lo tenía preocupado, por lo cual el rubio decidió romper el silencio, ya era hora de que charlaran y se sinceraran.

—¿Estas preocupado por la joven Gakis, verdad? —pregunto con una leve sonrisa.

Al principio, Albafika lo miro como si hubiese perdido la cabeza, pero no tardo en suspirar derrotado, sabía que no podría engañar al rubio, este tenía la extraña habilidad de saber cuándo alguien mentía o decía la verdad con demasiada facilidad.

—Si... tenía muy mal aspecto, se está extralimitando y lo digo por ambas —comento, aumentando la velocidad en la autopista.

Su amigo asintió, retomando la mirada hacia la carretera.

—Así es, esperemos que puedan seguir adelante... pero mi pregunta, Albafika, es que tu preocupación es otra aparte de su salud o sus estudios, ¿O me equivoco?

Estuvo muy tentado a frenar el auto y mirar a su amigo con los brazos cruzados, ¿Que pretendía? ¿Sacarle cualquier información que pudiera? Pues así parecía.

—No sé de lo me estás hablando, Asmita, mi preocupación es únicamente porque es mi alumna si es lo que querías oír —le hecho una rápida mirada, observando como el rubio arqueaba una ceja.

—Es malo mentirte y mentirme, amigo mío —cerró los ojos y otra sonrisa mortalmente atractiva curvó sus labios.

Albafika puso los ojos en blanco, Asmita podía ser demasiado persistente de vez en cuando.

—Yo diría que es tu 'preocupación' por la señorita Matzger la que llama más la atención, la miras con otros ojos —dijo con absoluta calma, él también se había dado cuenta de su actitud hacia la pelirroja.

Pero ese comentario no hizo que la sonrisa del rubio se borrara, es más, se amplio.

—Si has dicho eso, es porque lo ves también a través de tus propios ojos y lo ves reflejado en mi —Permanecía con los ojos cerrados a veces por costumbre, porque le daba otra perspectiva del mundo. Pero no le hacía falta ver perfectamente para saber que su amigo había entrecerrados los ojos al saber que dio justo en el blanco.

Este simplemente lo dejo estar.

—A veces se me olvida que eres demasiado cabezota —murmuro sonriendo secretamente, Asmita Relish nunca cambiaria.

Asmita rio suavemente, y no dijo nada más, porque sabía que tenía razón en ambos aspectos.

—A propósito, he pensado que podemos darles las clases en mi residencia, y llevarlas a ambas de regreso a su apartamento. La joven Metzger no parece muy feliz de caminar con muleta —comento, y vio a placer como a su amigo le tocaba fruncir el ceño. Si que le importaba la pelirroja.

—Es buena idea, seria todo más rápido que estar cada una en la casa del otro. Además, parece que si las intentamos separar no estarán tranquilas hasta juntarse de nuevo —dijo recordando su fuerte amistad, algo que había notado rápidamente luego de verlas en varias ocasiones por la facultad, y eso era algo como la de él y el peliazul.

Albafika asintió, llegando a la lujosa urbanización en que vivían tanto el mismo como Asmita y estacionar al frente de su lujosa casa o mansión a su punto de vista, no muy diferente a la suya.

—Mañana veremos que horario será más beneficio.

El rubio sonrió nuevamente mientras tomada su portafolios y baja del auto despidiéndose de su amigo. Sabían demasiado bien que esas clases no iban hacer tan fáciles como querían creer, pero aprovecharían la oportunidad para resolver el rompecabezas que parecían ser ambas jóvenes.

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