Epílogo

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Tres años después de aquel día tan perfecto, las jóvenes chicas se graduaron por fin, y ellos estaban sumamente orgullosos.

A pesar que habían aceptado casarse, decidieron que era prudente que tuvieran la boda después de terminar la carrera, ya que, si se hacía en el transcurso de sus estudios, tendrían los apellidos de ellos por lo que no tardarían en comenzaría los chismes y rumores falsos por todo el campus. Y las chicas no permitirían que surgiera algún problema o dañaran su excelente reputación como profesores. Sin embargo, no podían ser más felices cómo estaban saliendo las cosas para todos; ellos las trataban como reinas y las enamoraban todos los días con un gesto único.

Lo que hacía que su amor creciera hasta límites insospechados.

Esa noche estaban festejando en la casa de Albafika, ya que no solo se graduaron con honores, sino que pronto podrían por fin comenzar a planear las bodas para casarse. La castaña estaba particularmente nerviosa esa noche porque después de mucho tiempo conocería al que sería su futuro suegro, a pesar que el peliazul intentaba tranquilizarla con palabras dulces sin mucho éxito; Shea se acercó a su amiga y le dijo al hombre de largo cabello azul celeste que se la robaría por unos segundos.

Finalmente, cuando estuvieron apartadas, Agasha se percató que la pelirroja andaba algo pálida e igual o más nerviosa que ella, confundida no tardo en preguntar por qué.

—¿Shea, sucede algo? Estas un poco pálida —pregunto mirándola fijamente los gestos algo alterados de la chica.

Esta se rio sin gracia.

—¿Pálida yo? Mírate, pareces un fantasma —dijo señalando su piel blanca como la leche.

La castaña miro sobre el hombro de su amiga a Albafika que hablaba animadamente con el rubio y luego volvió su atención a la joven.

—No puedo evitarlo, pensar que hoy voy a conocer al padre de Albafika me pone nerviosa—murmuro con un hilo de voz, porque en su mente existía la posibilidad de que si no obtenía la aprobación del patriarca todos sus planes se derrumbaran.

—Tu futro suegro querrás decir —comento su amiga ahora con una verdadera sonrisa maliciosa en los labios.

Agasha se encogió de miedo.

—¿Y si no le agrado? —pregunto, consternada desde que su prometido le anunciara de la visita de su padre.

La pelirroja la miro de arriba abajo.

Poseía un hermoso vestido negro de tirantes cernido a la cintura y que caía elegantemente hasta las rodillas en un corte transversal, junto con unas zapatillas negras y con pequeñas flores plateadas a juego con su anillo de compromiso. Era completamente absurdo pensar que a alguien no le agradara la castaña, pensó Shae con incredulidad.

—No digas tonterías, eres encantadora en todos los aspectos —dijo asintiendo con aprobación.

La castaña se miró a sí misma y luego suspiro tratando de poner en orden la melena de bucles, algunos mechones se rizaban cerca de su rostro enmarcándolo exquisitamente. Su amiga sonrió, Agasha estaba radiante por la felicidad y eso le daba un toque maravilloso.

La joven de ojos verdes acepto con alago su comentario, pero aun así seguía inquieta.

—Está bien, pero igual presiento que me dará un ataque cuando llegue —dijo derrotada. Luego miro a la alemana frunciendo el ceño—¿Y tú? ¿Porque los nervios? —pregunto curiosa.

Shea se revolvió incomoda y entrelazando sus manos inquietas y heladas. Tenía puesto un vestido blanco de manga tres cuartos con encaje en negro en el borde del vestido que igual le llegaba hasta las rodillas, pero abajo del busto caía suelto en pliegues. Agasha estrecho los ojos, recordando que últimamente su amiga utilizaba ropas demasiado holgadas en todo momento.

Truth of the HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora