Acto tres.

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Llevaba poco más de una semana yendo a visitarla a escondidas. 

Al principio le molestaba descubrirse a sí mismo deambulando en medio de la noche tras reconocer el rumbo que sus pasos tomaban, sin embargo no se detenía aún cuando sus pensamientos le gritaban que no se involucrara demasiado y se empeñaba en convencerse de que sólo se encontraba devolviendo una especie de favor. Si bien él nunca había pedido que ella lo acompañara durante su estancia en observaciones, su compañía de alguna forma le había hecho sentirse menos solo. Era lo menos que podía hacer ahora por ella. Además no paraba de darle vueltas al hecho de que quizás él le había metido la idea de hacer esa estupidez a la cabeza. 

Sakura despertó por primera vez en la tercera noche. Lo miró dormitando en una silla en una postura incómoda parcialmente oculto entre las sombras y se decidió a no molestarlo. Aun así él había abierto los ojos, encontrándose repentinamente con los de ella. Ninguno dijo nada. Él se puso de pie al cabo de unos segundos y se encaminó a su regreso con el mismo sigilo con el que había llegado, tratando de no ser escuchado. 

-Gracias por venir a verme. -susurró ella cuando lo único que pudo distinguir era su espalda antes de salir por el pasillo. 

Él la había escuchado, y sus palabras lo perseguirían todo el trayecto hasta su propia cama. 

Las siguientes noches había estado procurando no quedarse dormido durante su visita. Sakura no había vuelto a despertar mientras él había estado ahí, al menos no hasta la séptima noche, cuando Sasuke se encontraba enfrascado en un pensamiento sinsentido que no tenía ni pies, ni cabeza. Al principió no quiso llamar su atención, continuó contemplándolo, abstraído en sí mismo, y notó las profundas ojeras que ya llamaban toda la atención en su rostro. Era ya demasiado tarde, o quizás solamente muy temprano. Carraspeó al comenzar a incorporarse, e inmediatamente el chico dirigió su mirada hacia ella. 

-¿Has venido cada noche? -preguntó, más guiada por un impulso que por otra cosa. 

-No quiero contestar a eso.

Era obvio que lo había hecho. Sakura lo miró ahora con expresión de ternura, y se alertó de que sus acciones fuesen malinterpretadas. No había una verdadera razón por la cual había estado yendo a verla, por mucho que pensara en ello, aunque se mantenía firme en la idea de que le debía algo, más bien simplemente había querido hacerlo. Quería asegurarse que ella estuviera bien. Era meramente culpa. 

-Lamento que te hayas enterado. -volvió a hablar la chica. -No quiero que pienses que esto tiene algo que ver contigo. 

-¿Por qué lo hiciste?

-Yo... realmente quiero morir, ¿sabes? 

Sasuke sintió de pronto un terrible dolor en el estómago. Él conocía sus propias razones, quizás, según su más reciente terapeuta, aquellas no eran suficiente para querer quitarse la vida, aunque para él, el sufrimiento ya había sido demasiado. Empero, escuchar su respuesta, enunciada sin una sola gota de cinismo, le instaba a querer saber más sobre ella. ¿Qué podía haber sido tan malo en su vida para poder decir eso sin más? Él no quería morir, definitivamente no quería hacerlo, sólo quería detener su sufrimiento.

"Realmente quiero morir."

-No digas cosas como esas, idiota. -soltó sin premeditar. 

-Estoy siendo honesta. La vida puede ser maravillosa, me encanta ver a nuestros compañeros emocionados por ver a sus seres queridos los días de visita, amo como los colores del cielo van cambiando al salir y ocultarse el sol, y nada me gusta más que escuchar la lluvia golpear contra mi ventana, y sentir el aroma a tierra mojada entrando por todas partes. Estar vivo es hermoso.

Entre tus venasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora