Cinco. Cuidador de bosques.

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El primer día de su trabajo el cuidador de bosques estaba muy emocionado, la soledad y el silencio que solo hallaba en el bosque le emocionaba.

Los árboles se movían al son del aire y las nubes y el sol le acompañaban, nunca esperó encontrar algo ahí, todo era tierra, pasto y árboles.

Un día vagando entre los caminos del bosque y las ramas torcidas, encontró un oso, al principio temió y dudó en acercarse, pero el oso se veía indefenso, se acercó y el oso no hizo nada más que mirarle, aunque su mirada casi no transmitía expresiones el cuidador supo que tenía un nuevo amigo.

Y sin quererlo, todos lo días volvía al lugar donde el oso estaba, le daba agua, lo alimentaba, le ayudaba y el oso y el cuidador comenzaron una amistad, aunque pocos pueden comprender como alguien de pronto le toma cariño a un oso el lo entendía y eso era más que suficiente.

Las semanas y los meses pasaron, un día cuando el cuidador iba hacia su puesto notó a un cazador, esa no era zona de cazadores, para eso estaba el ahí, para proteger ese bosque, camino, lo siguió, hasta que sus propios pasos lo llevaron al lugar donde el oso se hallaba.

Temió y se detuvo, un cazador y un oso estaban en el mismo lugar y eso no era buena señal, el cazador cargó su arma y miró hacia el oso, hacia su amigo, corrió e intentó empujarlo, pero no tuvo éxito.

Un disparo, un gruñido, lágrimas cayendo y su mejor amigo muerto en brazos es lo que recuerda de ese día.

A partir de ahí aunque el cuidador encontró más osos para el ya no fue lo mismo, su esfuerzo y amor hacia ese oso habían sido bastantes, no le reclamaba el haber muerto, se reclamaba así mismo por que pudo detenerlo y no lo hizo.

Ahora el cuidador de bosques está triste.

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