Esta es una historia sobre la vida que lleva, día a día una joven (yo) y a lo mejor varias personas con trastorno límite de la personalidad, Trastorno de ansiedad generalizada o depresión.
Si hay algo que nos "encanta" hacer a las personas con TLP es elegir lo peor para nosotros mismos. Incluso si es de manera inconsciente. El autocontrol es una de las cosas que más escasean en mí; soy una persona que puede tener lo que quiera, hacer lo que quiera, no pueden ponerme reglas. No a mi.
¿Para qué hacer lo que todos hacen? Si puedo hacer lo que me plazca. Drogas, alcohol, fiestas, ligue, largas siestas. Estudiar, relaciones y responsabilidades no son cosas que se me den bien. Aunque me lastime a la larga.
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A las personas no les agrada alguien que solo piensa en su propio beneficio, alguien que no tiene amigos de verdad ni puede tener un compromiso real. Sin darte cuenta lastimo para no salir lastimada, despues de todo es más fácil jugar con las personas a esperar que me tomen en cuenta, a esperar que noten que soy una persona con sentimientos frágiles.
Como no recordar la infinidad de veces que prometí no lastimarme, no hacerme heridas, ni tomar o empastillarme hasta desmayarme. Ni drogarme y caminar largas horas en aquel abandonado y sucio puente con desconocidos sólo porque estan tan insanos y marginados como yo.
¿Realmente prefiero hacer lo que la gente quiera? Mientras puedo disfrutar de un buen licor con pastillas. Tal vez y es muy probable de que sea un acto egoísta, pero la realidad es que a ellos jamás le importará lo suficiente, más solo un acto moral es lo que hacen al pedirme esas cosas.
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Solo hay que admitir algo, "Chicas como yo no duran mucho tiempo".
