Capítulo 4

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Voy por un largo y estrecho camino hacia la escuela.
Estoy cansada de absolutamente todo.

Llego a la escuela y tomó asiento donde me corresponde. Un chico me mira mal y me dice:

—Deberías pensar en matarte, Katherine. Tu presencia es molesta y desagradable —finaliza cerca de mi oído.

Siento ganas de llorar, me siento triste.

Miro a la linda chica de cabello negro reír. Ella voltea un instante y me sonríe. Es perfecta.

Todos salen del salón, el día ya terminó.
Guardo mis cosas y salgo cerrando la puerta.

—¡Oye! —volteo, es un chico.

—¿Sí?

—Tú eres la albi... —lo interrumpo.

—Mi nombre es Katherine, y sí, soy "la albina" —digo en un tono desagradable.

—Quería saber si querías salir —dice algo tímido—, ya sabes, por ahí.

Frunzo el ceño y niego con la cabeza.

—¿Por qué no? —pregunta en un tono más alto.

—Simplemente no quiero.

—¿Por qué no quieres? —dice enojado—, ¿sabias que nadie quiere salir contigo? Creo que deberías agradecerme.

—Y yo creo que deberías respetar mi decisión.

Llego a mi casa con dolor de piernas y mucho cansancio.
Mi padre está sentado en la mesa con su vista perdida.

La sangre se me congela y siento mi corazón detenerse.

—Siéntate —ordena y obedezco—. Estira las manos —lo hago y se levanta a buscar un pequeño y largo fierro.

Antes de que haga algo una lagrima cae por mi cara y comienza a azotar mis manos contra el fierro.

No puedo explicar el dolor.

—¡Por qué me odias tanto! —grito desesperada.

—¡Solo mírate, eres un monstruo!

Me levanto y por primera vez lo miro desafiante.

—Sí, y soy exactamente igual a ti.

"Mi nombre es Katherine, y soy albina."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora