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EL JET privadoaterrizó en la pista de Stark Industries. Por suerte, Zelena había llegado tiempo antes que Tony. Pepper se acercó al enorme Jet para recibir a Zelena Quinn una vez las puertas se abrieron y las escaleras se desplegaron.
Zelena se había bañado y cambiado de ropa durante el vuelo, siempre mantenía una maleta con todo lo necesario dentro del Jet. Le gustaba estar preparada por si algún día le tocara viajar a última hora. Bajó las escaleras no sin antes infórmale al piloto y a la azafata que ella les avisaría cuando partirían de regreso a Los Ángeles, que por el momento podía instalarse en algún hotel.
Con una dulce sonrisa Zelena saludó a Pepper, le dio un corto abrazo y juntas caminaron al auto donde Happy las esperaba. Debían dirigirse a las instalaciones de la Fuerza Armada, ahí sería donde llegaría Tony.
El trayecto fue de unos veinte minutos hacia el hangar de la Fuerza Armada. Por la ventana Zelena pudo notar que tenían todo listo. Ambulancia y paramédicos. No había prensa, todo era muy privado.
Un general se acercó a ellos para anunciarles que el avión no tardaría en aterrizar. Zelena mordió su labio inferior nerviosa, no quería llorar, pero un nudo se instaló en su garganta. Saber que Tony estaba vivo la llenaba de una gran alegría. Si de algo estaba segura es que sin importar cuanto se esforzará en retener las lágrimas se pondría a llorar una vez lo viera.
El avión aterrizó alrededor de diez minutos después. La rampa se abrió y quedó a la vista el interior, frente a ella estaban: James Rhodes y Tony, que iba sentado en una silla de ruedas. James lo ayudó a caminar, mientras bajaban por la rampa. El brazo derecho de Tony iba en un cabestrillo, seguro se lo había fracturo.
Los paramédicos se acercaron a ellos con una camilla.
—¿Bromeas? Saca eso de aquí—pidió Tony. Con un sutil gesto de manos, James los hizo retroceder.
Tony quedo frente a frente con ambas mujeres. Ambas tenían los ojos llorosos.
Tony enfoco su mirada primero en Pepper.—Tienes los ojos llorosos. ¿Lloraste por tu jefe perdido?