Estaba esperando a que entraran más personas para poder hacer mi trabajo, ya que a esta hora casi no vienen personas al local.
Eran la 1:30 cuando una chica rubia teñida entro al local, era bajita, con cabello lacio. Se sentó en una mesa del rincon, espere a que se acomodara para poder atenderla.
Una vez que se instaló en su lugar me dirigí a su mesa.
-Buenas tardes me llamo Raúl y esta tarde le tomaré su orden- dije con una gran sonrisa en mi rostro, ya que para ser mesero tienes que tener tu mejor actitud- ¿Lista para ordenar?- saque mi libreta para poder anotar su orden.
La chica me miró extrañada y solo me hizo una mueca, nunca me habían caído estas niñas que se creen superiores a los demás.
-Gracias Raúl, pero no pregunte tu nombre- dijo con una sonrisa de suficiencia en su rostro- pero solo vine a comer, no a saber tu nombre- seguido volteó a ver la carta.
Odio tener que lidiar con estas personas y no poderles decirles nada. Solo sonríe y asiente.
- Claro señorita...una disculpa, es solo que trate de ser amable - dije con la sonrisa más fingida que he hecho en mi vida. Ella solo me miró mal y m sonrió de la misma forma que yo lo hice anteriormente.
- Gracias joven Raúl por ser tan amable, se le agradece - solo asentí y ella sonrió de nuevo. Jamás había visto una persona tan egocéntrica y grosera, pero esa jodida sonrisa arreglaba toda su falta de modales - Mmm...ya se lo que quiero ordenar - dudo un momento para después a sentir- Quiero solo un arroz blanco y un agua de horchata, gracias amigo amable - dijo para después tomar su celular y empezar a teclear.
Yo solo asentí y me fui directo a la cocina para pedir su orden.
- Raúl, ¿Qué tal la princesita de haya? - dijo para después reír con maldad.
- Ni una sola palabra, osea desde que entró fue insoportable y grosera - jamás me había estresado en tan poco tiempo - ¿Por qué soy el único mesero en turno? - lo dije con tanta irritación.
Le di la orden a Pepe el cocinero y me dirigí a la parte de atrás a fumar un cigarrillo, supuestamente lo dejaría hace un mes, pero últimamente he estado tan estresado que es lo único que me calma el estrés. Estaba tan a gusto fumando, cuando fui interrumpido por el nuevo mesero que entró hace unas semanas, Erick, el era alto, moreno, con una linda sonrisa y lindos ojos verdes.
- Raúl que ya está el pedido de la mesa 15 - dijo con aquellos ojos verdes y esa linda sonrisa. Yo solo le sonríe y asentí, el enseguida se sonrojo y entro a la cocina.
Ok...aquí vamos otra vez con aquella princesita.
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El chico de la fonda
RandomEs una historia inspirada en mi crush de una cocina económica :)...y la escribí más para mis hermanas que para el público