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æ t h e l r e d
—Mi señor, ¿os gusta la cena?— Interpela la joven Sermis lo más cuidadosamente que puede hacía Æthelred.
El rey de Mercia detiene el trayecto de su cuchara, la cual iba hacia su boca, pero en cambio la vuelve a dejar en el cuenco.
—Cuando vos aprendáis a cerrar la boca lo disfrutaré.— Dice sonriendo falsamente.
Sermis juguetea con sus dedos en un acto nervioso y dirige una mirada a Adelmo, que se encuentra mirándola por igual pero con un atisbo de preocupación. La joven reina vuelve a cambiar la mirada hacia Æthelred quien come de su plato como si la vida le fuese en ello.
—Mi señor...— Reclama.
—¿Es que no puedes callar ni un segundo, esposa?
—Necesito hablar con vos sobre algo.— El rey la mira alzando una ceja y para que pudiera continuar se cruzó de brazos con un breve asentimiento de cabeza.—Ayer las criadas me dijeron que mi vientre y mis pechos habían crecido notablemente...
—¿Que me quieres decir con eso, bruja?— Interpeló Æthelred dando un golpe en su mesa con la palma de la mano mientras que a su vez se levantaba.
—Respeteme, mi señor.— Murmuró Sermis bajando la cabeza.
El rey de Mercia se encamina velozmente a su esposa para acto seguido coger su pelo y estampar su mejilla izquierda en la mesa en un sonido estridente. Nota las manos de Æthelred recorrer todo su cuerpo con brusquedad, nota como algunos de sus pelos están siendo arrancados por la fuerza ejercida en estos y es cuando la mano libre del rey se dirige a uno de sus pechos con fuerza.
Las mejillas de Sermis se tornan rojas junto a su nariz cuando silenciosamente empieza a llorar. Adelmo la mira con impotencia, sin poder hacer nada por impedirlo, como la ultima vez.
—Adelmo.— Lo llama el rey.
—¿Si, mi señor?
—Dejadnos solos y cerrad la puerta.— Adelmo no reacciona.—He dicho que nos dejéis a solas ¿Tengo que repetirlo otra vez?
—No, mi señor.
Un sollozo se escapa de su garganta cuando ve por ultima vez a Adelmo por la rendija de la puerta de madera, su cara empieza a empaparse por las lágrimas y su poca fuerza le impide zafarse de su agarre.
—Tengo a vuestro hijo en mi vientre, mi rey.— Murmuró sollozando.
—Eso es imposible, eres una bruja pagana, puedes estar simulándolo o simplemente haberte acostado con otro hombre como la ramera que eres.— Brama pegando una bofetada en la mejilla de Sermis.
—Yo te maldigo rey Æthelred de Mercia, hasta el fin de tus días estarás maldito.— Brama Sermis.—Veo tú muerte.
El muchacho la suelta bruscamente y sale de la sala dejando entrar a las criadas para ayudarla. Todas y cada una de ellas le preguntan si se encuentra bien, a lo que no responde sumida en sus pensamientos.
