Huérfano en muerte

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¿Alguna vez han sentido esa emoción que te acompaña cuando vas en busca de algo? A veces son varias, dependiendo qué tan peligroso sea el viaje que estás emprendiendo; tal vez podrías tener miedo, porque no sabes si regresarás de la misma manera como comenzaste; también puedes sentirte sumamente emocionado, por todas las cosas nuevas próximas a descubrir al atreverte a explorar un territorio ajeno a ti. Sea cual sea el caso, Jarco ahora mismo no sabe cómo sentirse. Prácticamente él ya ha conocido gran parte de la selva, ha sido tan cuidadoso en ver cada detalle de todos los ecosistemas que tiene varios diarios repletos de magníficas descripciones; cada uno con información respecto a las poblaciones de los distintos lugares donde habitan, sobre los animales y, quizá lo más importante, todo lo descubierto, observado y vivido sobre las gigantes. Se ha arriesgado mucho para poder recopilar valiosos datos sobre ellas, con la finalidad de ver si consigue averiguar algo sobre su agresivo comportamiento hacia los demás seres. Hasta ahora no sabe con exactitud ese detalle, pero siempre tiene a la mano algo para escribir: un cuaderno y lápiz, para poder seguir escribiendo acerca de todo lo interesante que ve en sus aventuras. Todo ello es muy importante para sus viajes; documentar cada detalle le ayuda a aprender mucho y ser más precavido en sus futuras exploraciones. Lo malo radica en el azar, no importa cuán capacitado estés, pues estamos en un mundo lleno de sorpresas, es imposible estar al tanto de las infinitas posibilidades.

Jarco sigue pensando en su objetivo principal: poder comprobar aquella leyenda sobre esa gigante y, por ende, demostrarles a todos que existe bondad aún en aquellos donde vemos imposible el poseer dicho valor. Para poder hacerlo, deberá explorar zonas que aún ni se ha atrevido a adentrarse, más que nada, porque conoce la fama de esos lugares; abundan las gigantes y diferentes tipos de criaturas hostiles, aunque, parece no darle mucha importancia, ya que de todos modos siempre termina enfrentándose a situaciones de vida o muerte, y podría decirse que ha adquirido cierta experiencia para sobrellevarlas, de esta manera ha podido emplear estrategias efectivas para salir ileso. Pero eso no quiere decir que queda exento de cualquier impedimento, con cualquier criatura pueden ocurrir sorpresas, las cuales pueden cambiar las reglas del juego en cuestión de segundos, Jarco tiene muy en mente ese detalle y se siente preparado incluso para cosas de ese estilo, o eso cree.

El joven aventurero ya lleva un par de horas caminando, le ha dado tantas vueltas al asunto sobre encontrar a aquella giganta que no se ha detenido a comer algo. El sitio más cercano es el poblado "Àrbol de oro". Éste se caracteriza por su exquisita sopa hecha con vegetales y champiñones; es un arte culinario espléndido, combinado con una esencia casera que deja hipnotizado a cualquiera. Su hambre no le deja otra opción, hará una parada para comer y seguir con su camino.

Jarco se prepara para maniobrar entre árboles, quiere llegar en el menor tiempo posible y le sirve de práctica treparlos. Flexiona sus piernas, toma su collar del cuello, ajusta su mochila y... ¡Salta hacia el tronco de un árbol!. Escala con una agilidad impresionante, izquierda a derecha, de arriba hacia abajo, salta de liana en liana y recorre las largas ramas para llegar al próximo árbol. Hasta ahora, no se ha visto nadie que aproveche las herramientas de la naturaleza como él. Nadie supera sus técnicas avanzadas; cuando le preguntan cómo ha logrado ser un trepador profesional, la simple respuesta es "Solamente necesitas caer desde lo más alto miles de veces, hasta el punto donde ya no vuelves a tocar el suelo", y es que nadie le enseñó, pues todo el aprendizaje adquirido sobre la selva lo ha aprendido justo ahí; en la selva.

Cuando llega a "Árbol de Oro", enseguida, algunos ciudadanos le saludaron amigablemente: "Hey Jarco, ¿Cómo la llevas?" Dijo un amable señor, "Mira a quién está ahí. Bienvenido de nuevo" le dice un amigo suyo, "No puede ser ¡Eres tú! Aún me debes una cita" le hace recordar una joven mujer. Como pueden darse cuenta, no es la primera vez que nuestro aventurero viene a este lugar, de hecho, frecuenta varios pueblos (los que más le gustan) y los usa como puntos de descanso para sus largas aventuras. Le echa un vistazo al pequeño restaurante del lugar; "Hora de una deliciosa sopa" dice Jarco, con una gran sonrisa dibujada en su rostro. Cuando entra, toma su lugar favorito a lado de la ventana y le grita al mesero amigablemente "¡Roser! Tráeme lo de siempre amigo y, si quieres, ven a acompañarme un rato, tal vez no te vea en un par de meses más". El mesero, Como buen amigo suyo, al poco rato le trae su platillo y se sienta en su mesa para poder charlar.

Alas blancas sobre tinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora