Un alma en pena

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Restoro se encuentra sentado en una silla frente a la ventana, observa la lluvia mientras se toma un tiempo para indagar en sus pensamientos, en un apacible momento consigo mismo. Es muy tarde y su esposa se encuentra dormida. Para él, la lluvia es un fenómeno maravilloso, pues sin éste no existiría vitalidad en el ambiente; salir al día siguiente para ver a todos los insectos salir de en entre la tierra para tomar agua de los charcos, es algo que nunca se olvida. A su hijo le gustaba espantarlos, no lo podía parar por nada en el mundo, en cuanto abría la puerta de su casa corría con todas sus fuerzas haciendo caso omiso a los gritos de su padre para que regresara. Se deslizaba por una liana hasta llegar al punto más bajo y daba un frívolo salto hacia el primer charco que se encontraba. Todos los bichos huían al instante, mientras su hijo reía a más no poder. Al final se designaba en decirle algo, porque nada le causaba más felicidad que aquella sonrisa dibujada en ese niño al que tanto amó. Trata de ya no recordar esos momentos tan felices, pues ya no lo son para él, le hacen sentir un vacío muy profundo. Le nace la curiosidad de saber si su matrimonio continuará después de esto, ella no paraba de mirarlo con una mirada que lo señalaba de culpable. "¡No he hecho nada malo!", dice en su mente, estremeciéndose con gritos de silencio. No importa, piensa que es un odio pasajero que no le deja pensar con claridad todo lo sucedido, de todos modos, han pasado un par de días. En este momento se siente sumamente deprimido y, mientras mira hacia el exterior, se le ocurre salir a estar bajo la estruendosa lluvia para liberarse de todo. Empaparse de agua es lo mejor del mundo, por lo menos, esa es su opinión. Entonces se dispone a salir, con cuidado para no hacer algún ruido que despierte a su mujer. Cuando ya se encuentra en el exterior, su estado de ánimo cambia repentinamente, es tan increíble escuchar cada gota chocar contra el suelo. Lo mejor viene cuando te sientes envuelto en una enorme masa de agua. Toma la primer liana que se encuentra para dar un salto hacia ella y deslizarse en una caída de aproximadamente seiscientos metros de altura. Todas las personas pequeñas están acostumbradas a vivir en grandes alturas, pues, para tratar de evadir a las gigantes, les toca estar en lugares más altos que ellas. No es algo muy sencillo de lograr, por los peligros de caer hacia una muerte segura, pero es lo que se debe hacer para una vida relativamente buena. Claro, ya sabemos que ello no sirve de mucho, de todas maneras pueden escalar y hacer cuánto se les plazca. Siempre encuentran la manera de satisfacer sus más oscuros deseos. Al aterrizar en el suelo, se dirige hacia la zona central del poblado. Siente cada gota de agua chocando contra su cuerpo, una sensación refrescante y relajante lo acompañan en estos momentos. Extiende sus manos hacia los lados, totalmente extendidas, mientras alza su mirada hacia las estrellas con los ojos cerrados; tiene la mente totalmente en blanco, es como si ya no estuviera aquí, porque su mente ha viajado a un espacio sereno en la inmensidad del mundo donde no existe nada. Entre ese infinito, ha podido perderse por algunos segundos, solamente avanza hacia adelante sin saber a dónde podría llegar, pues lo único que ve es color negro, no existe ningún otro contraste. Comienza a escuchar una voz a la lejanía, al principio se nota como un simple ruido que se originó al azar, pero se notan algunas palabras en ese extraño sonido. Ahora es más claro, se trata de la voz de un niño, pero se sigue sin entender lo que dice. No para de repetir lo mismo, ni tampoco se detiene, retumba una y otra vez en sus oídos. Vuelve a la realidad cuando un niño, que tiene a una niña entre sus brazos, le pide ayuda desesperadamente. Está sucio, lleno de lodo y parece lastimado, no tiene ni idea de qué está pasando. Se queda paralizado cuando mira hacia su hogar, el cual está completamente hecho pedazos. Una enorme bestia de ojos amarillos es la responsable, parece ser que tiene algo entre su boca; se trata de su esposa, colgando en sus fauces mientras grita sin control horrorizada, quien es zambullida al instante. Todo ha pasado tan rápido, se separó tanto de la realidad que ha pasado más cosas de las que pensaba en tan pocos segundos. Vuelve a entrar en razón cuando el niño que le despertó anteriormente intenta de todo por llamar su atención. Lo consigue, y le implora que les ayude a huir; esa serpiente gigante vino de la nada y ha empezado a destrozar todo, y continúa haciéndolo. Los alaridos de todos los habitantes se hacen escuchar cuando ya es inevitable no darse cuenta de la presencia de ese animal; todos están tratando de escapar, por todo el alboroto que se está viviendo, se ven a muchas personas caer desde las alturas debido a lo inseguro que es en este momento tratar de correr, todo está húmedo y resbaloso, aparte, los movimientos bruscos de la criatura lanzan por los aires a quien sea el desafortunado en recibir el golpe; sin mencionar a los que son atrapados y devorados por ella. Entre tanto ruido, Roser necesita moverse ya, luego tendrá tiempo de digerir todo sucedido tan efímeramente. Se dispone a cargar a los niños que le pidieron ayuda y comienza a correr lejos del pueblo, ya no hay nada que hacer ahí, poco a poco se dejan de escuchar los gritos de las personas implorando por su vida.

Logra encontrar en el camino algo que le servirá como un refugio, se trata de un hueco en el tronco de un árbol, para su suerte, muy pegado hacia el suelo. Le viene bien, porque seguramente no podría escalar mucho junto con los niños que lleva consigo; se notan cansados, además de bastante tristes. No se imagina la carga emocional que tienen en estos momentos, ni siquiera él mismo cree mantenerse estable por mucho tiempo más; lo único que quiere es tener un sitio seguro donde poder descansar y pensar en todo lo sucedido. El hueco está vacío, no hay ningún huésped indeseable adentro, algo de suerte debían de tener en esta turbia noche. Estando dentro, los tres se recuestan en el suelo, dando consigo unos minutos de pleno silencio con un agradable sonido del agua cayendo del cielo. Roser se da cuenta que aún no conoce el nombre de ellos, a lo que se ve interesado por saber cómo se llaman, quizá una buena plática alivie un poco el dolor. El chico se llama Greg y la niña Airi, ambos muy simpáticos pero bastante tímidos en estos momentos. Ellos se salvaron porque habían desobedecido a sus padres de no salir a jugar en la lluvia, si no lo hubieran hecho, lo más probable es que hubieran terminado como ellos; en cuanto vieron a esa enorme serpiente, no dudaron ni un segundo en llegar al suelo cuanto antes. Todo fue tan efímero, lo último que recordarán de sus padres será aquella sonrisa que les brindaron antes de salir de su habitación después de haberles deseado una buena noche. Los dos hermanos se ponen bastante tristes, rompen en llanto mientras se dan un abrazo; Roser no se queda sin hacer algo, él va junto con ellos para consolarlos para hacerles entender que no están solos, pues no son los únicos que han sufrido una pérdida. Suaves palabras, alentando a que no todo está mal en estos momentos, pese a lo trágico del contexto, logran tranquilizar a los dos pequeños. Logrando, al poco rato, después de haber estado abrazados entre los tres; Greg y Airi, yacieron dormidos bajo los brazos de lo que parece ser su nuevo padre. Roser se siente tan confundido en estos momentos, necesita descansar también. Ahora deberá continuar adelante sin su hijo ni su esposa, se los arrebataron en días que parecían ser como cualquier otro. Aquellas dos personas, muy especiales, quedarán como un llano recuerdo de felicidad. Ya no puede hacer nada. Cuando intenta recostarse, escucha una voz proveniente del exterior, de hecho, en medio de la lluvia se logra ver una silueta de una giganta; lo más impactante fue ver a la serpiente de hace rato interactuando de una forma dócil con ella. Parece tratarla como su mascota, le habla y le felicita por sus anteriores acciones; fue un plan hecho por estos dos monstruos, el irrumpir en una pacífica noche lluviosa y convertirla en un infierno. Le enfurece verla tan tranquila, como le gustaría que ese animal perdiera el control y la ahorcara con su largo cuerpo. Roser no puede evitar acercarse más hacia la orilla del hueco para poder ver con más claridad... no puede ser, solamente es una niña y ya tiene esas macabras contumbres que caracterizan a las de su especie. Se asusta al notar la mirada de esa horrible criatura con ojos amarillentos, haya fijado su atención hacia donde se encuentran los tres sobrevivientes, la sangre se le hiela a Roser en esos infinitos minutos de tensión, para su suerte, aquella niña giganta se cansa de estar bajo la lluvia y se retira junto a su peculiar mascota hacia algún lugar, seguramente para descansar en lo que se detiene el diluvio. Al final todo ha salido bien, después de todo, lo importante aquí es continuar con vida y ahora le surgió una nueva responsabilidad que ha querido tomar. Cuidar de estos niños no será tarea fácil, pero lo siente como una segunda oportunidad de poder vivir con plenitud. No importa lo que tenga pasar, de ahora en adelante ellos serán su prioridad número uno; espera poderles brindar seguridad, un hogar y un espacio en su corazón. Es todo lo que puede ofrecer en estos momentos. Es un mundo peligroso para unos chiquillos como ellos, ni loco los pensaba dejar a su suerte.

Por fin se recuesta en el firme tronco, cae en un profundo sueño.

Alas blancas sobre tinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora