▪️ Capítulo 2 ▪️

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Durante casi cuatro años odié el alboroto que se formaba en los pasillos, pensé que eso cambiaría pero aquí estoy yo, con la cabeza dentro de la taquilla de la universidad y contando hasta diez para relajarme, intentando aislarme de los gritos y golpes que resuenan a mi alrededor o las ensordecedoras pisadas que retumban contra los grandes ventanales del pasillo, mis favoritos, que permiten ver totalmente el jardín interior y su fuente.

Mi disgusto hacia todo esto no provenía de mí, no me gusta el ruido y es algo que admito, pero soy capaz de tolerarlo. Me preocupa Bridget, mi hermana pequeña, si algún día logra llegar a la universidad no soportaría los ruidos fuertes de esta, seguramente perdiese los estribos contra casi cualquiera o aún peor, buscaría un lugar relativamente tranquilo y allí pasaría un año o dos sentada todos los días, hasta que nos diéramos cuenta por sus bajadas de notas y sin nadie más que se preocupase por ella, es decir, sola.

No tuve más remedio que respirar hondo, sacar la cabeza de la taquilla y tomar los libros a por los que había venido, conozco perfectamente mi siguiente asignatura del cuatrimestre. Historia del cine, no me hace ninguna ilusión ya que antes podía amar conocer la historia pasada atraída por música de otras épocas que bailaba sin cesar, pero es muy diferente a esto, podría describirlo fácilmente en una palabra muy conocida por los estudiantes de cualquier lugar de la galaxia, tostón.

Inspiré profundo y cerré la taquilla, con su característico sonido metálico al golpear. Con cuidado de no golpear a la gente a mi alrededor retomé mi rumbo, aunque me detengo al divisar al fondo del pasillo quién se acercaba, mi amiga Anastasia, por supuesto la llamábamos Ana para abreviar; además, nadie quiere llamarse como la hermanastra de Cenicienta. Tuvo que dar unos cuantos codazos para atravesar la multitud y unos cuantos gritos de "aparta", no sabía cómo aún no se había envuelto en ningún problema de verdad, aunque no pude evitar que me sacara una pequeña sonrisa viendo sus prisas por llegar a mí. Consigue hacer volar su larga melena pelirroja dando con ella en la cara de quienes se le acercaban y sus ojos marrones, no tenían piedad en decirte lo que pensaban de tus acciones, te juzgaban, incluso antes que sus palabras. Existen diferencias entre alguien terriblemente sincero y una persona borde, Ana era la primera, aunque se separan por una línea extremadamente fina.

Llegó a mi lado entre jadeos aún así tuvo tiempo de quejarse de lo mal educados que eran algunos estudiantes, recolocó su cabello, como si hubiese salido de una jungla en lugar del aula de cine, se tocó el septum que asomaba de la punta de su nariz y colocó las bolas hacia abajo, justo en su lugar.

¿Cómo es posible que en una caminata de un par de pasillos hayan conseguido voltear su septum hasta casi darle la vuelta?

— Uno de esa panda de salvajes me ha escupido, ¿puedes creértelo? — la miré divertida, cada vez que venía de visita a mi taquilla le ocurría algo distinto, he de admitir que era todo un espectáculo.

No vendría sino fuera porque ella no tenía una caja de metal aquí como yo, así que me utilizaba para guardar sus donuts dentro de ella y venir entre clases a comerse uno, o ¿por qué no?, dos. Eso sí, que jamás se me ocurriese robarle uno, podría pedirle cualquier cosa, pero compartir comida era algo que nunca llevaba bien. Ana era algo regordeta, pero era preciosa tuviese el cuerpo que tuviese, y eso no evitaba que más de uno voltease a oler su cabello cuando pasaba o quedase petrificado ante su mirada acusadora.

— Ayer mi padre se pasó, para variar — comenté cerrando la taquilla, mientras ella sacaba su teléfono y disfrutaba, con la otra mano, del donut que acaba de tomar de mi taquilla. Aún cuando veo algo de chocolate sigo sintiendo arcadas, aunque la época de salir corriendo a vomitar al baño quedó muy atrás. Me coloqué la chaqueta de cuero blanco y la ajusté para que no me molestara mucho, tras esto, comencé a meter los libros en el bolso y subirlo a mi hombro.

El Sonido Del Silencio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora