El Sonido Del Silencio ©

▪️ Capítulo 4 ▪️

La tarrina de helado me congelaba las manos, viéndome forzada a cambiarla de una a otra para que no dolieran. Finalmente, tras una última cucharada con el reverso de esta, tuve que levantar mi trasero del sofá y depositar la comida sobre la mesa, para no quedarme sin manos.

Arriba llevaba horas escuchando los pasos acelerados de mi padre, hoy presentaría después de un año de relación a Johanna, su actual novia. Nadie quería conocerla pero él insistía continuamente y acabó invitándola a cenar contra nuestra voluntad. Frente a mí, la mesa ya estaba preparada, con un mantel nuevo de color azul y la mejor cubertería que encontramos en casa, además, aunque nadie se lo diría a ella, la comida comprada que supuestamente es casera hecha por mi padre, ya estaba calentándose en el horno, para salir justo cuando llegara su pareja.

Bridget solía llamarla de una forma peculiar, pero no diría que no le pegara en absoluto, todo lo contrario, le venía como anillo al dedo, "Bruja".

¿Quién sino saldría con un hombre cuya esposa está en coma? O mi padre, que busca un reemplazo.

Mi frialdad no debe dirigirse a esta mujer, ni mucho menos, solo es una pobre enamorada que decidió seguir su corazón dejando atrás la razón, como casi todos. Sin embargo, él comenzó a salir con ella tres meses después del coma; sé que le duele, también lo mata por dentro, pero no derrite su alma y la quema, no como la mía, no ese dolor indescriptible. El hecho de saber que se conocían desde antes del accidente, ¿era infiel a mi madre?, supongo que nunca me dará esa respuesta.

Sabía como era físicamente, el fondo de pantalla cada vez que mi padre miraba la hora me lo desvelaba. Una persona que a través de fotos demostraba una hermosa y cuidada piel color negra, sus pelos rizados siempre arreglados en un moño alto, y he de admitir que preciosos ojos negros, los cuales parecen afilados como dagas; espero que no sean una advertencia de su personalidad, con la tendré que lidiar de un momento a otro. Era hermosa, jamás he tenido ningún reparo en admitir la belleza de otras u otros, por supuesto que a gustos colores y quién a mi me parece un verdadero orco para otro puede ser una belleza, exactamente lo que me ocurre con el novio de Anastasia, pero debemos respetar las opiniones ajenas, por muy en desacuerdo que me encuentre.

Los gritos provenientes de la parte de arriba me acabaron obligando a subir la escalera pesadamente, Carlos mi padre, no terminaba de entender los problemas de Bridget ni la forma suave en la que debíamos tratarla. Los gritos se escuchaban desde la escalera, y los golpes eran frecuentes; suspiré, era cosa de cada día y ninguna novedad, simplemente aceleré el paso y giré hacia su habitación, que mantenía la puerta entre abierta, lo justo para ver una prenda de ropa que sostenía un hombre. Alargué la mano, rozando con la punta de mis dedos la madera y abriendo delicadamente, intentando no llamar la atención en aquella habitación desordenada, toda llena de diferentes vestuarios regados por el dormitorio.

— ¡Bridget es un maldito vestido, póntelo! — pues si, se estaban peleando por una pieza de ropa con todo lo que estaban montando. Y la voz elevada de él indicaba, claramente, que le quedaba poca paciencia para tratar con ella.

Mi hermana se escondió tras la cama agarrándose la rodillas mientras mi padre, levantaba el vestido azul sobre su cabeza con el puño cerrado en torno a él, agitando el brazo como si de un momento a otro fuese a escaparse algún golpe, algo que sé que nunca haría. Creo que era un gran momento para mi intervención, solo dejé caer mi mano sobre su hombro; aún se encontraba de espaldas a mí, no se percata de mi presencia, pero ese gesto era más que suficiente para hacerle saber que ahora contaba conmigo, con mi ayuda, que Bridget era mi responsabilidad. 

— Ya estoy vestida — contestó Bridget, totalmente ajena al asunto y envuelta en su chándal. Sabiendo quién venía a casa la entendía, tampoco me gusta la idea de arreglarme para la novia de él. Y ella, que sabía cómo lidiar con sus sentimientos aún peor que yo, no puedo ni imaginar cómo se siente.