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Estuviste esperando la noche.
Tus manos
inquietas
no podías detenerlas.

Calor. Ardiente. Esto te pierde. La inquietud te asalta, buscando con desesperación una forma de liberación, pues algo en tu interior grita por estallar. Cada roce es un detonante, cada suspiro un combustible... De tus labios no salen más que palabras mudas de placer incompleto.

Es tu sueño y pones las reglas. Pero te somete, te arrincona, te hace de su propiedad con tanta intensidad que no respondes, sólo te dejas llevar. Porque es lo que quieres, lo que tanto ansiabas. Hasta el punto de marcar los dedos por tu cuerpo, apretando la carne de la lascivia que contiene el fuego de tu interior.

Te arqueas, buscas a ciegas. No hay nada que te salve, te acercas al abismo. Estás en el borde y sientes caer, y no importa. Porque no es nada. Solo placer.

Y caes... tan profundo que subes de golpe, y es entonces cuando todo explota. Tras tus párpados, en tu interior, por cada ramificación.

Es cuando conoces la satisfacción.

Y esperarás otra noche.
Tus manos
inquietas
no pensarás detenerlas.


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Esto fue para un concurso en el que quedé segundo, fue la primera vez que ganaba algo. Los siguientes "capítulos" fueron añadidos más tarde.

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