VII

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Los ruidos nocturnos de esta prisión crean estática en tu recuerdo. 

Quisiera acallar todas las voces, encontrar la paz que me devuelva la pureza de tu presencia. Mas fui yo quien la corrompió empujado por la lujuria de un amor impetuoso. Sí. Amor. Amor era lo que sentía por ti, mi bello desconocido. 

Amor a la idea que formabas en mi cabeza, tan desquiciada por el lamento que amargaba mis largos días de soledad. Pero ya no estaré solo nunca más porque tu fantasma seguirá acechando, recordándome lo que hice 

¡Lo que te hice!


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Pues hasta aquí este pequeño relato. 

En su momento no expliqué el sentido de la historia y no lo haré esta vez. Dejaré que saquéis vuestras propias conjeturas... 

Espero que os haya gustado.

Viktor

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