II

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Anoche caíste dormido sin saber cuándo despertarías... Envuelto en el frío de tu cama, solo con las sábanas como compañía, con tus dulces y frías manos disolviéndose en tu cuerpo, llamándome...

El miedo a esta soledad te acecha cada noche. Pareces no escucharlo, pero yo sé que simplemente te haces el sordo. Te aferras a una verdad que puramente nubla tus ojos, cegándolos, aislándote así por completo del mundo exterior, de los demonios que te persiguen.

Así me llaman algunos. Un demonio vestido de blanco.

Y permanezco alejado del frío de tu cama, donde no quepo, donde ni siquiera existo para esas sábanas que ahora acarician tu piel, envidiando esas manos dulces y frías disolviéndose en tu cuerpo, llamándome sin saberlo...

DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora