El monstruo de mi ventana

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Hace aproximadamente una semana estoy teniendo la misma pesadilla. Una cosa (o lo que sea) aparece por mi ventana para después matarme. No sé cómo describirlo, solo que es muy aterrador.

Me he estado despertando todas las noches sin falta a las 3:00 A.M.
Siempre que abro los ojos siento una mirada sobre mí. De hecho, siempre siento que me observan, y la verdad eso me asusta demasiado.

Como siempre, tuve la misma pesadilla, me senté en la cama sudando y temblando. Miró la hora, y como siempre el reloj marcaba las 3:00 A.M.

Volví a acostarme, y cerré los ojos tratando de tranquilizarme. Una vez mi corazón ralentiza su ritmo, abro mis ojos lentamente, y es cuando lo veo...

La criatura de mi pesadilla está encima de mí. Sus ojos eran de color amarillo, los dientes los tenía afilados, no tenía cabello, de su boca salía un líquido viscoso y tenía un aliento horrible.

Esta... Cosa era bastante grande. Probablemente media como unos dos metros, o quizás media más, no lo sé. Esta muy oscuro para ver.

Comienzo a gritar con la esperanza de que mis padres me escuchen y vengan a ayudarme.

La puerta de mi habitación es abierta, mis padres se quedaron inmóviles durante unos segundos. Mi padre encendió el foco y detrás de ellos pude ver a mi hermanito. Con solo ver sus expresiones me di cuenta de que los había asustado. Ellos (dejando por fuera a mi hermano pequeño) sabían que había tenido la misma pesadilla.

Se acercaron a mi cama y me ayudaron a incorporarme. Por el susto que me llevé me había quedado paralizado.

Enviaron a mi hermano a su habitación, estaba al lado de la mía, así que ambos se quedaron conmigo.

Estuvimos así por un rato, me hicieron varias preguntas, y yo se las respondía.

Después volví a acostarme y me dormí, esta vez sin volver a tener esa pesadilla

Unos días después

Me desperté asustado debido a un fuerte ruido en el primer piso.

Me incorporé rápidamente de la cama y fuí a la puerta, la abrí y salí, antes de bajar preferí ir a la habitación de mi hermano, de seguro estaba despierto y asustado.

Giré a mi derecha, abrí la puerta y después de dar unos cuantos pasos, siento una húmedad en los pies. Encendí las luces y la escena que ví me dejó sorprendido. La habitación estaba manchada de sangre, especialmente la cama y el piso.

Registré toda la habitación en busca de mi hermano, pero no lo encontré. Decidí salir de ahí y seguir buscándolo, gire sobre mis talones, di un paso, pero me detuve al ver el cuerpo ensangrentado de mi hermano colgado en la pared.

La impresión combinada con la sangre del piso provocó que resvalara. Terminé por caerme en el charco.

Tenía manchada la ropa, las manos, y parte de mi rostro. Me incorporé rápidamente y salí de allí. Corrí por todo el pasillo con cuidado de no caerme por la sangre en mis pies. Al llegar a las escaleras comencé a llamar a mis padres, pero ninguno respondió.

Al terminar de bajar, me encontré con un rastro de sangre que se dirigía a la sala. El rastro llegaba por delante del sofá, así que no podía ver de dónde provenía.

Me acerqué y encontré el cuerpo de mi padre sin vida.

Le faltaba una pierna y ambos brazos. Su abdomen estaba abierto, y sus intestinos estaban al aire. Tenía un cuchillo incrustado es su pecho.

Me acerqué a su cuerpo y le saqué el cuchillo. Mis manos temblaban, tenía miedo de que mi madre también estuviera muerta.

Fui directo a la cocina en busca de mi madre pero no estaba allí. Opté por ir a su habitación, después de todo, olvidé ir al cuarto de ellos por lo que había visto en el cuarto de mi hermano.

Subí las escaleras y corrí hasta el final del pasillo.

Al llegar a la puerta, tomé un poco de aire tratando de relajar mis nervios. Entré y encendí las luces.

Al igual que mi hermano; mi madre estaba colgada en la pared, pero esta vez estaba junto a su cama. Le faltaban ambas piernas y le habían arrancado la piel de la cara.

Duré unos minutos así, pretificado viendo la terrible escena.

No sé cuanto tiempo estuve en esa posición. Escuché el típico sonido de las patrullas de policías; comenzé a entrar en pánico. Corrí hacia el armario y me escondí allí.

Pasaron varios minutos; los policías ya habían entrado a la casa. Escuché pasos en las escaleras, y yo me ponía cada vez más nervioso.

Llegaron dos policías armados a la habitación. Yo me aferré al cuchillo; traté de no hacer ruido y meterme en problemas.

Uno de los policías se quedó mirando fijamente las puertas de armario; comenzó a caminar provocando que me temblaran las manos. Abrió las puertas, yo grité en intenté apuñalar lo, pero me golpeó la mano y me quitó el cuchillo. Me agarró de los brazos, me saco bruscamente y me empujó contra la pared, a la vez me puso las esposas.

¡Yo no lo hice, no fuí yo!– comencé a gritar–¡Tienen que creerme, fue el monstruo de mi ventana!–, continúe gritando sabiendo que no me iban a creer.

Salimos de la habitación y bajamos las escaleras. Me sacaron de la casa y me llevaron a una de las patrullas.

Nos dirigimos a la comisaría del pueblo, ahí me hicieron un interrogatorio; yo respondí con total sinceridad a cada una de las preguntas, aunque sabía que no me creerian, todas las evidencias me apuntaban a mí y no había forma de cambiar eso.

Por ser menor de edad me llevaron a un reformatorio, en donde estuve mucho tiempo encerrado.

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