05

830 131 33
                                    

Te conozco desde el preescolar, y recuerdo que siempre llevabas contigo un crayón de color rosa en tu manito izquierdo en los recreos, te gustaba mucho ese color (por cierto, es mi favorito) y no dejabas que nadie lo tocase. Desde entonces me volví curioso respecto a ti.

Ahora que lo pienso, desde siempre me has parecido una persona súper linda y tierna (mucho más que yo), creo que esa es la razón por la que con el tiempo te fui queriendo de más.

Casi no hablábamos, eso puedo decirte, pero siempre admiré tu forma de hacer feliz a los de tu alrededor con tus malos chistes, tu risa en todo, tu increíble forma de ser, esos perfectos ojos, tus coloridos labios, y ese lindo lunar cerca de tu entrecejo. Esos pequeños detalles te hacen único.

En la secundaria, esa vez que te dió varicela y faltaste varios días, yo me enteré de ello un día después y fui personalmente a tu casa a preguntar cómo estabas, fingí ser alguien cercano a ti y tu madre me dejó pasar; dormías tan plácidamente, me quedé ahí por quién sabe cuántos minutos admirando tu sereno rostro. No hice nada más que estar sentado junto a ti. Me sentí tranquilo, lleno, aliviado de que te encontrabas bien. Admito que tenía un poco de miedo en que te hubiera sucedido otra cosa. Pero no fue así y estaba contento.

Me dí cuenta de lo importante que eres para mí, si te llegaba a pasar algo no sé qué sería de mí.

Para mí, eres un tesoro.

-Chacha

notes; junhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora