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Tal como le pidió Suni, llevó a San al pasillo de juguetes, lo cargó en brazos, le dejó ver y escoger entre la variedad de carritos, bloques armables, figuras de acción, muñecas, plastilinas y todo tipo de juguetes que le venían a la mente ahí estaban. Muy sonriente el pequeño eligió una cubeta de bloques armables, varios cochecitos y dos muñecos nenuco.

Ver la sonrisa y ese brillo en los ojitos del menor bastan para sentirse tranquilo y en paz. Hubo un momento en que lo bajó para que viera solito los juguetes puestos abajo en los estantes.

— ¿Eso es todo, pequeño — el menor asintió contento mientras le abrazaba la pantorrilla izquierda — Bien, busquemos a Suni noona. — colocó al menor en el asiento y comenzó a dirigir el carrito hacia lo más cerca de la entrada para que la mayor los encontrase.

— ¿Suni? — cuestionó San pasando el borrador por sus cejas, ni idea de lo que quería lograr con eso.

—Suni es el nombre de tu mami, pero no le digas que yo te dije porque se enojará si le llamas así tan pequeño, ¿Entiendes? — asintió vagamente.

Una mano en su hombro le hace girarse, encontrándose con una agitada Suni— Aquí están, sigamos con las compras.— sonrió para luego caminar hacia el pasillo de enlatados. Así continuaron durante la próxima media hora o poco más, pasillo por el que pasa y toma unas cuantas cosas y las arroja al carrito, obviamente se percató de los juguetes y miró retadora al alto, Cha se encogió de hombros para responder "Sannie me dijo que tiene pocos juguetes" sin más se resignó a aceptarlo y no comenzar una discusión frente al pequeño.

Justo antes de terminar, la rubia se llevó el carrito con San en él hacia el pasillo de necesidades femeninas, no le permitió seguirle y en su lugar le animó a buscar algo que quisiese y ella pagaría. No hubo queja e hizo lo que la mayor le pidió, se fue directo al pasillo de galletas y cereales, sonrió malicioso observando la gran cantidad de comida chatarra que podría llevarse, ella no puso límites entonces llevaría buena cantidad de cosas —no tantas en realidad—. Dos cajas de galletas Oreo —las últimas que había—, uno que otro paquete de pan y listo, se resistió de llevar más. Ahora seguía el pasillo de lácteos...y posteriormente el de snacks. Sus brazos son largos aunque en estos momentos están algo repletos entre cajas y paquetes de comida, hubiese querido que la mayor le dejara llevar a Sannie con él.

Agradece ser de las personas que por más que comen, no engordan.

— Oh, ¿Eres tú, Junho? — escuchó la voz de un chico llamarle a sus espaldas. Voltea tranquilo con sus brazos abrazando la comida luciendo algo gracioso. Parecía un completo glotón y lo es.

Pero nadie debería saberlo.

Se sorprendió al encontrarse a uno de los amigos de Yohan, uno de los autores que lo hacían dudar de su identidad diciendo que es un acosador: Song Yuvin. Traía puesto el uniforme escolar y en su mano descansa un paquete pequeño de Oreos.

¿Qué hacía aquí? ¿Vivirá cerca?

— Hola...Yuvin —saludó incómodo, apretó más a su cuerpo sus municiones. El chico se acercó.

— Qué bueno verte al fin, hace días que no te veo en la escuela, ¿Te pasó algo? — jura haber escuchado eso en tono sarcástico.

¿Fue su imaginación o está siendo sarcástico?

— Bu-bueno, en la escuela se esparció un rumor mío no del todo cierto...me molestaron con eso y preferí tomarme unos días. — respondió sincero convencido de que si es amigo de Yohan, entonces no había nada de malo con que supiera.

Claro, en todo caso de que en verdad no sabía.

El mayor alzó las cejas, pretendiendo estar sorprendido.

notes; junhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora