-Suave y esponjoso...
Dije mientras pellizcaba y acariciaba las orejas de animal que tenía esa niña, vi como su cola se movía a voluntad propia, sus ojos eran más parecidos a los de un animal que a los de un humano. Su ropa era una especie de kimono, más próximo al fanservice del anime que a un kimono tradicional.
Durante todo mi análisis ella estaba bastante incomoda, lo cual por una parte era normal ya que un desconocido la estaba examinando de arriba a abajo como si fuera un acosador sexual. Lo cual hizo que me ganara una cachetada que me saco de mis pensamientos.
-Me cago en dios... Eres una kitsune real.
Dije con asombro mientras mantenía mi mano donde me había golpeado.
-No blasfemes... ¿Y a que te refieres con que soy real?
Dijo ella gritando a excepción de la pregunta, la cual también pregunto gritando pero no tan fuerte como antes.
-Yo... Bueno, de donde yo vengo no existen kitsunes... Excepto en la ficción.
Dije sinceramente, los nervios y el dolor parecían haberse ido mientras había examinado a la niña. Era mona, incluso enfadada pero no le daba más de... 12-13 años.
-¿Ficción? ¿Cómo los cuentos?
Dijo ella algo sorprendida, por su parte también note como se fijaba en mi ropa y mis zapatos más que en mi aspecto, su tono de voz ahora que estaba más calmada era... Formal.
-Sí, de donde vengo meten a las kitsunes en el grupo de los monstruos...
Dije mientras volvía a recordar que no tenía ninguna idea de volver a casa, lo cual me devolvió parte de los nervios que tenía.
-Estoy acostumbrada... Los humanos tendéis a llamar monstruo a todo lo que no entendéis...
Dijo ella con un aura de sabiduría y algo de soberbia. A su vez empezó a rebuscar en sus ropas buscando algo.
Tras unos segundos saco un objeto negro de su ropa y me lo entrego. Era mi teléfono móvil, se me iluminaron los ojos cuando lo vi.
-Mi teléfono, ¿Dónde lo encontraste?
Dije mientras lo desbloqueaba, esto cambiaba las cosas. Si había señal habría internet si había internet podría saber dónde estoy y como volver a casa.
- Se te cayó después de darme de comer...
Decía mientras sacaba el envoltorio de la chocolatina que le lance a aquel monstruo la primera noche que estuve en ese lugar, eso significaba que ella era la causante de esos gruñidos.
-Entonces tú fuiste aquella bestia que me ataco por la noche.
Dije algo incrédulo apartando la vista del teléfono.
-No te iba a atacar... Es solo que las kitsunes podemos ser un poco... "Intimidantes" cuando tenemos hambre.
Dijo con algo de vergüenza en su voz mientras le costaba mirarme a la cara.
-Ya... Claro...
Dije algo molesto, un poco por ella por querer quitarle importancia al susto que me dio por la noche. Y un poco por mí, por no pararme a pensar lo sucedido.
-Cuando tuve fuerzas para buscarte seguí tu presencia hasta esa... "cosa"
Dijo señalando a mi teléfono.
-Luego te seguí hasta el pueblo pero tu olor se perdió dentro de este, decidí buscarte por las casas en la noche pero un grupo de guardias me encontró y me sellaron para "purificarme".
Dijo algo más decaída y llevándose las manos a su cara.
-Lo único que pude hacer fue gritar... Ningún humano del reino de León se pararía a ayudar a algo que no sea humano. Pero entonces te vi saltar en la oscuridad y vi como querías luchar para salvarme... Pero no podías, te dieron una gran paliza y yo solo podía observar... Fui inútil.
Dijo mientras su voz empezaba a quebrarse y un relieve cristalino empezaba a aparecer en sus ojos.
Antes de que ella siguiera me lance y la abrase para que se calmara. No supe bien el porqué, pero decidí hacerlo. No quería verla llorar y yo también necesitaba abrazar algo para calmar mi mente, sentir su presencia me hizo sentir una leve paz por un momento.
Quizás ese campesino tenía razón y estoy poseído por su encanto. Quizás ya estoy loco y todo esto es una imaginación de mi mente. Pero necesitaba un segundo donde no apareciera la imagen de mi hogar ni el tremendo dolor que sentía por la paliza dada por aquellos campesinos.
Tras unos segundos ella se calmó y volvió a hablar ahora más calmada que antes.
- Me salvaste por segunda vez, arrebataste el sello que bloqueaban mis poderes y pude salvarte de ellos.
Dijo con una poca de melancolía en su voz.
-Bueno... lo importante es que estas bien, no podía dejar que maltrataran a una niña.
Dije intentado acabar con ese tema para bajar la tensión de la situación, por algún motivo me sentía mas como hablando con ella.
-Niña... tengo más de 100 años...
Dijo con una voz algo más baja, puede que estuviera más calmada después del abrazo.
Por algún motivo note como moría una parte de mi cerebro por su respuesta.
-Bueno... Por tu reacción creo que te ha sorprendido un poco...
Dijo mientras me miraba con una mirada que decía algo como "no sé porque... pero me lo esperaba...".
-Bueno... no es normal, de echo... creo que me estas tomando el pelo.
Dije algo incrédulo, por lo poco que sabía de biología... Raramente un ser vivo podía durar 100 años cuidando su alimentación de una manera extrema, pero que pudiera verse como una niña era imposible.
- Las kitsunes mostramos nuestra vida con el número de colas y cada cola tarda 100 años en crecer y yo tengo una.
Dijo mientras movía la cola lentamente de un lado a otro.
-Eso no tiene ninguna lógica, algo no puede estar por tanto tiempo y que de repente se genere.
Dije apoyándome en la ciencia, tenía que ser una broma.
La chica se quedó unos minutos mirándome con una carade las que hablen por si solas, en concreto esta parecía decir: "Se notaque no eres e por aquí".
-Bueno... Aun no nos hemos presentado... me llamo Kuzunoha.
Dijo ella mientras se daba cuenta de la falta de educación que ambos habíamos tenido al no presentarnos al principio y para cambiar de tema. Esto me hizo darme cuenta de unos detalles: su ropa, educación, modales y gestos durante la conversación me recordaron bastante a los japoneses.
-Yo soy Uriel. Uriel Castillo Pace...
Dije mi nombre pero antes tuve que pensarlo, ya que en el tiempo en el que estuve en ese lugar no lo dije ni una vez.
-Entonces... ¿Te llamas Uriel, castillo o Pase?
Dijo ella confundida ya que parece ser que en ese lugar no se usaban los apellidos, detalle que no note cuando solo menciono su nombre.
-Solo dime Uriel... Kuzunoha.
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El guardian de las kitsunes
FantasyUriel, un joven de 16 años, despierta en un mundo de fantasia sin saber el porque, teniendo maxima libertad decidira explorar el mundo junto a Kuzunoha una pequeña kitsune de 100 años.